Después de la borrachera promocional que la sufrida población de Gasteiz veníamos padeciendo durante semanas, parece que el exceso ha dado sus frutos y el galardón de Capital Verde Europea en 2012 finalmente ha recaído en nuestra ciudad.

Mientras a algunas personas los síntomas de embriaguez nos empiezan a producir el consiguiente agotamiento, otras parecen encontrarse aún en pleno puntillo y no dudan en alargar la espuela hasta que una escoba las despache al son de una persiana bajando. Fruto de la euforia y la exaltación de la amistad entre grupos municipales que hemos vivido, a algunos de esos grupos se les empiezan a escapar confesiones que nos permiten adivinar lo duro de la resaca que se nos avecina.

Así, en el pleno municipal del pasado 29 de octubre, donde se debatió una moción presentada por la comisión vecinal para organizar una consulta sobre el respeto a la integridad del parque de Arriaga, la concejala del PNV Malentxo Arruabarrena se preguntó: "¿Queremos seguir con una estación cutre cuando vengan en 2012?", en referencia al título obtenido y a la estación de autobuses que se pretende construir sobre el parque. Sólo en el contexto de euforia que he descrito se puede explicar este exceso verbal que, no obstante, deja a las claras la utilidad que ciertos partidos van a querer dar a este nuevo tótem que ya está en las vitrinas municipales: justificar el impulso acrítico de ciertas intervenciones polémicas, en su mayor parte en materia urbanística, bajo el amparo de la buena imagen que deberemos dar en 2012.

Una vez logrado el galardón, corremos el riesgo no sólo de caer en la autocomplacencia, sino también en las ansias de agradar al Mr. Marshall verde dotándonos de un atractivo envoltorio en forma de estaciones intermodales, trenes de alta velocidad, turismo ecológico (sic), auditorios, centros comerciales, líneas de alta tensión, urbanizaciones en la zona rural o cauces de ríos limpiados. Lazos y celofanes que pretenden disimular el menosprecio hacia los pueblos del municipio, especialmente en el sur; el peligro que aún se cierne sobre los Montes de Vitoria; el agresivo impacto del TAV, entre otros desmanes, sobre los humedales de Salburua, que forman parte del anillo verde; el importante mordisco de la estación de autobuses al parque de Arriaga, la mayor zona verde consolidada de Gasteiz; un Plan de Movilidad Sostenible criogenizado tras la remodelación de las líneas de autobuses; o la campaña de descrédito y la falta de impulso a la participación ciudadana, ya que, según el concejal del PSOE Juan Carlos Alonso, "si fuera por la ciudadanía, no habría progreso".

Tampoco caigamos en el tremendismo o el desánimo. Este galardón no es sino un mero reconocimiento a determinadas prácticas medioambientales cuyo mérito va más allá de los distintos gobiernos municipales, y que debe hacerse extensivo a la máxima responsable del éxito de las mismas: la población gasteiztarra. La misma población a la que toda la casta política, incluso aquella que nos niega el verdadero progreso, debe su representatividad. No permitamos que este título sea utilizado para hacer tabla rasa, y que se pretenda dejar hacer al Consistorio en su búsqueda de la imagen hueca que quieren que Gasteiz ofrezca al exterior.

Hay mucho por hacer. Démosle la vuelta entre todas y todos, y hagamos que nuestra ciudad sea un referente, en primer lugar, para su propia población. Referente medioambiental, planteando por ejemplo alternativas al modelo individualista imperante de "una persona-un coche", dotando de espacio y medios al pujante uso de la bicicleta y, en definitiva, avanzando, siempre con espíritu de autocrítica, hacia un modelo de ciudad sostenible donde el enfoque medioambiental se aplique transversalmente a toda la actividad municipal. Referente de democracia participativa, donde se promueva e impulse la participación ciudadana, a través de consejos sociales donde la voz de la población sea escuchada y respetada. Referente de ciudad viva, activa y solidaria; no dormida, ni pasiva, ni acrítica, como parece que ciertos sectores desearían. Despertemos pues de esta resaca verde, y pongámonos manos a la obra para que este gobierno municipal, y los que pudieran venir en adelante, no nos dejen una Gasteiz menos verde que como la encontraron.