he vivido desde muy joven muy de cerca el negro dolor del terrorismo. Alcanza mi memoria desde Alonsotegi a Mungia con las vivencias cercanas en tiempo de Melitón Manzanas y Txabi Etxebarrieta, Eustaquio Mendizabal... Milito en un partido que -sé por la vivencia referida de las personas más cercanas hasta que pude participar en política y posteriormente ya desde mi compromiso personal- siempre ha puesto a las personas en el centro de su actividad. Y los atentados, algún zulo, hospitales y, en su caso, los funerales por amigos o conocidos del signo que fueran han sido la prueba más dura a la que me he tenido que enfrentar en ejercicio de mi compromiso político. Todo el horror del fanatismo, toda la sinrazón de la violencia concentrados en un encuentro con familias abatidas, con personas que no pueden comprender ni comprenderán jamás ninguna causa que pueda justificar arrebatar a una persona lo más preciado que tiene, su vida, o mutilarla en todos los sentidos.

Hoy celebramos el Día de la Memoria de recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo. Día en el que recordamos a todas las víctimas de la declaración de la Presidencia del Parlamento Vasco -que debería haber sido una declaración institucional-, que es todos los días y que pretende superar lo peor del pasado para construir un futuro mejor.

Recuerdo muy vivamente la muerte en Alonsotegi. Un pueblo pequeño, mi pueblo, en el que un brutal atentado se cobró cuatro víctimas mortales. Vinculo ese momento con mi mayoría de edad -yo cumplía 18 años- y estuve allí tratando de ayudar, de consolar, de calmar. Allí sólo nos reunimos personas, sin colores ni matices, y todos los que nos reunimos hemos mantenido un sentimiento de solidaridad que se ha ido extendiendo y fortaleciendo con el tiempo. Por la cercanía e impacto que me causó, recuerdo este atentado como el primero de los vividos físicamente. Desgraciadamente hubo muchos otros antes y muchos más después. Representa para mí el bautismo de fuego, la vivencia en contacto cercana del terror, una experiencia que me ha marcado, que no me ha abandonado y que además no quiero que me abandone. No recuerdo los colores, no los había, sólo hay un color que lo inunda todo, el negro color de la muerte, el color negro de todos los familiares y amigos que lloran unidos en la incomprensión.

Hoy me encuentro en Bruselas coincidiendo con el Día de la Memoria en Euskadi. He querido trasladar ese día, ese espíritu, también a la capital de Europa. He venido a participar en el congreso del Partido Demócrata Europeo del que formamos parte y hoy voy a tener la oportunidad de mantener un encuentro con la comisaria europea de Asuntos Internos, Cecilia Malmström. Voy a tener la oportunidad de informarle de primera mano de todos los actos de solidaridad con las víctimas que se van a celebrar en Euskadi, en todas sus instituciones y en todos sus municipios. Realmente es importante que conozca al Pueblo Vasco tal y como es, que se nos conozca como somos y por lo que somos, contrarios a la violencia y a la vulneración de los derechos humanos. Hay muchas personas que han padecido y que padecen la sinrazón del terror. Y nuestro único objetivo hoy es mostrarles nuestro respeto, nuestra solidaridad, transmitirles con claridad que estamos con todas ellas. Hoy es el Día de la Memoria en Euskadi y lo es también en Bruselas, en la capital de la Europa que queremos se siga construyendo teniendo en cuenta a los pueblos y naciones.

Hemos conocido atentados y muerte sin color. El terrorismo ha ocasionado un daño irreparable, ha erosionado la convivencia, sólo ha destruido. Hoy, desgraciadamente, el terrorismo de ETA es la única realidad de violencia que pervive en todo el contexto de las democracias occidentales. Una violencia que sólo provoca sufrimiento y dolor, dentro y fuera de Euskadi, sin ningún argumento que la justifique.

Hoy es el Día de la Memoria y también hoy vamos a vivir un nuevo día sin atentados -es mi deseo y esperanza cada día-, un día más sin la negra presencia de la muerte. Un escalón más en un calendario que nos compete conducir hacia la paz definitiva en Euskadi. Esta paz que exige y anhela la sociedad vasca y que los responsables políticos tenemos que propiciar. Primero con una nítida y clara desvinculación de la violencia y el terrorismo, con una apuesta comprometida con las vías exclusivamente políticas y democráticas, algo que la izquierda abertzale tradicional ha dicho que va a hacer pero todavía no ha hecho. Y segundo, propiciando un nuevo escenario de convivencia compartida, porque estoy absolutamente convencido de que las consecuencias negativas de la violencia terrorista nos pueden servir a todas-os como experiencia para construir un nuevo futuro de convivencia sólido para las generaciones futuras. Un nuevo futuro en el que logremos el preciado bien de la reconciliación.

"La palabra clave de la paz es reconciliación, sin ella la comunidad no vive unida y no se solucionan los problemas". Rescato esta idea de la Ponencia de Víctimas que tuve el honor de presidir en el Parlamento Vasco desde hace más de una década. Era 1999 y la primera Ponencia de Víctimas del terrorismo en el seno de la Comisión de Derechos Humanos. Por supuesto que antes también, pero -contextualizando en ese tiempo institucional- desde entonces hemos sufrido mucho. Recuerdo especialmente los preludios para la Comisión cuando estábamos elaborando el Plan de Acercamiento de las personas privadas de libertad con el secuestro de José Antonio Lara y el secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco, el asesinato de Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez en las mismas calles de Gasteiz, muy cerca del Parlamento. El mismo Parlamento en el que compartíamos lo más preciado que tenemos, la voz y la palabra. Hemos sufrido, pero también es verdad que hemos avanzado mucho en la asistencia, en la atención, en el acompañamiento a las víctimas. Hemos iniciado un camino, que tiene que continuar y que tenemos que recorrer unidos, de reconstrucción social y de reconciliación, que es en realidad lo que las víctimas a las que guardamos memoria seguro que nos están demandando.

Hoy 10 de noviembre, desde Alonsotegi, Mungia, Durango también con vivencias terroristas personales, desde Bruselas y desde Gasteiz, celebramos el Día de la Memoria de las víctimas del terrorismo en Euskadi. Personalmente lo hago con el espíritu de la conclusión número 7 de la Ponencia que aprobamos hace ahora una década: "las víctimas tienen que tener un papel protagonista en la memoria". Desde luego en la nuestra la tienen y la van a tener siempre.