TRAS dos mil años persiguiendo las libertades y ejecutando librepensadores que no admitían la cosmovisión impuesta por ellos: han tardado cuatro siglos en reconocer las persecuciones a Galileo o a Giordano Bruno y lo que supuso la nueva ciencia y tardarán otros tantos en reconocer lo que han hecho a partir de ese momento histórico. Tras dos mil años faltando a la palabra de su líder carismático: dejad que los pobres se acerquen a mí, a ser uno de los estados que más riqueza detenta en el orbe. Tras dos mil años haciendo trizas lo de: del césar para el césar y lo de Dios para Dios e involucrándose en todos los gobiernos habidos y por haber. Tras cuarenta años simbiotizados con una dictadura impuesta a base de cunetas y silenciando con el miedo al resto. Tras treinta años viviendo del Gobierno español y apuntalando unos acuerdos superados en su beneficio en lo económico y en lo educativo por este Gobierno de Zapatero: 11 mil millones al año. Tras todo esto y más, la máxima autoridad del Estado Vaticano reaparece en nuestro espacio civil como referente político de un Estado que persigue a los homosexuales pero oculta a sus pederastas, un Estado que utiliza la especulación bancaria mientras pregona la pobreza, un Estado que predica la no utilización del preservativo y condena a la muerte a millones de seres, un Estado que fundamenta su autoridad en un patriarcalismo fundamentalista y condena a millones de mujeres al ostracismo social, un Estado que surgió de los acuerdos con Mussolini y se pavonea con sus atuendos por sistemas democráticos venidos a menos. Un Estado que hunde sus raíces en la castidad pero necesita de la sexualidad de sus devotos. Un Estado que vale para un roto como para un descosido y que se adapta a cualquier situación cuando detentan el poder absoluto, pero que ahora se encuentra fuera de la órbita de las libertades.

Gregorio Ojer Bueno

Socio de Europa Laica