Treinta millonazos que luego será mucho más, como siempre, se van a gastar en un pabellón para que lo disfruten los mismos vitorianos que ahora disfrutan del actual Buesa Arena y, algunas veces, unos pocos forasteros. Si ya tenemos uno fantástico, ¿por qué no esperar tiempos mejores para hacer otro y atender ahora necesidades mucho más perentorias? Por ejemplo, últimamente se está hablando de la barbaridad que supondría que Bizitza Berria tuviera que cerrar después de tres años recogiendo a los sin techo de la calle, curándoles de sus adicciones, formándoles y colocándoles a las puertas del mercado laboral. En una palabra, dándoles una vida nueva, que eso es lo que significa Bizitza Berria.

La Diputación aportó dinero para esta causa el primer año. El segundo, menos de la mitad y el presente año, cero. Si por cada 100 euros que se malgasten en ese nuevo pabellón, que al parecer es una urgencia social, 50 céntimos se diesen a Bizitza Berria, se garantizaría su existencia, al menos por un año más. Se podría dar nueva vida a unas cuantas personas, pero eso sí, muy pobres. Bizitza Berria ha muerto. Viva el nuevo, flamante, maravilloso, emblemático y urgentemente imprescindible Buesa Arena Berria.