UNA gran inquietud ha recorrido de mesa en mesa el bar del barrio, que viene a ser el centro de la vida vecinal, el ágora donde se plantean problemas, se formulan preguntas y se habla de fútbol, baloncesto o automovilismo, no siempre en ese orden. Cuando por televisión toca comuniqueta -economía de lenguaje- en pantalla salen tres personas con txapela y gran pañuelo blanco para cubrirse la cara, casi siempre tras una pared con manta o pintura neutra, banderas y póster con hacha y serpiente: parafernalia singular, se mire como se mire, que busca, claro está, dificultar el trabajo policial. Hablan, lanzan consignas y después levantan el brazo al mismo tiempo, con coordinación. Hasta aquí todo normal, si puede considerarse normal a estas alturas la existencia de la cuadrilla de la txapela y el pañuelo. Pero hay algo que no lo es, y he aquí el motivo de la reciente inquietud en la taberna de la esquina: la ausencia de uno de los encapuchados en la entrevista publicada el fin de semana por el diario Gara. En la fotografía que ilustra la portada sólo salen dos, mientras que en los vídeos casi siempre hay tres, aunque dos de ellos no abran la boca nunca y sólo levanten el brazo al final. Bien, falta alguien... ¿Dónde se ha metido? ¿Por qué se ha perdido la entrevista? El ágora, tras oír, que no escuchar, varias opiniones, considera lo siguiente gracias a la lucidez manifestada por uno de los presentes, cerveza en mano: el que falta, él o ella, se ha retirado a pintarse el ojo, que es lo único que se ve de piel, y ha llegado tarde a la sesión. La próxima vez te das más prisa.
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