El mejor homenaje que podemos hacer a Labordeta es tener viva su memoria como ejemplo de quien supo hacerse querer por casi todos, superando la envidia que divide y empobrece a nuestro país y nuestras vidas. No todos podremos estar a su altura, pero todos podemos esforzarnos por ver lo positivo en quienes tienen la gran desgracia de no pensar y sentir como nosotros. Aunque parezca mentira, así veremos que hay otros horizontes interesantes e incluso enriquecedores en el mundo, que no lo sabemos ya todo; por lo que nos enfadaremos menos con los demás y viviremos más felices.