LA consumación del acuerdo entre PNV y PSOE para la transferencia a Euskadi de las políticas sociolaborales por una cuantía de 472 millones de euros acaba con más de tres décadas de cerrazón y negativas de los sucesivos gobiernos del Estado al cumplimiento, junto a las más de treinta transferencias aún pendientes, de parte de las potencialidades esenciales del Estatuto de Gernika. Se trata de un pacto que, en este sentido, puede considerarse histórico y que además encierra un hondo calado político, en cuanto que le garantiza cierta estabilidad a Rodríguez Zapatero con una evidente derivada en Euskadi. De momento, el acuerdo le trastoca al lehendakari Patxi López el guión con el que tenía previsto presentarse hoy al examen de su mandato ante el pleno de política general del Parlamento de Vitoria y deja su nave en una delicada situación tras la grieta que le abre el PNV al tender un puente directo con el PSOE en Madrid -obviando al PSE- en cuestiones básicas para la gobernabilidad como la aprobación de presupuestos aquí y allí. Lo que los jeltzales lograron ayer no es sino la culminación, con retraso, del mismo compromiso que Zapatero ya había adquirido hace un año y al que se ha avenido finalmente por su debilidad parlamentaria para salvar su proyecto presupuestario y, por tanto, la legislatura. Pero la consecución de la gestión íntegra de las políticas activas de empleo -incluyendo las bonificaciones empresariales, la intermediación laboral, la formación de trabajadores y desempleados o la inspección de trabajo- deja en evidencia la pasividad del Gobierno López, su escasa capacidad de influencia y su supeditación a Madrid incluso en materias esenciales en tiempos de crisis y paro. El Ejecutivo vasco ha estado offside durante los 16 meses transcurridos desde que el propio López anunciara, junto al vicepresidente y ministro Manuel Chaves, una transferencia valorada entonces en 300 millones -172 menos de lo ahora pactado- para el 1 de enero de este año. El autogobierno no se defiende con la vestimenta del marketing y la comunicación que confeccionan los asesores, sino desde la actuación política posible y, sobre todo, anteponiendo las necesidades de Euskadi a obediencias que a menudo dejan a los socialistas vascos a merced de otros intereses.
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