Me gustan los toros y disfruto con todo lo que rodea este mundo, y no me considero un salvaje, un bárbaro, ni un asesino, apelativos utilizados frecuentemente por los antitaurinos. (...) ¿Me gustan los toros? Soy un retrógrado trasnochado de derechas. ¿Soy un antitaurino? Soy un progre de izquierdas de última hornada. Esto pasa también si hablamos de fútbol, de en qué zona vivimos, qué colegio o universidad elegimos para nuestros hijos, cómo vestimos o, incluso, qué coche tenemos. Los políticos quieren conseguir que todos estemos alineados según sus tesis y opiniones de cada uno de los temas que nos ocupan en la vida diaria, y el peligro real es que lo están consiguiendo.

Volviendo al tema taurino, insisto, me gustan los toros en todas sus variantes: corridas, encierros, sokamuturra, vaquillas... Disfruto, me lo paso de maravilla, como también disfruto del matatxerri y tampoco tengo ningún trauma viendo cómo matan en los pueblos a las gallinas o a los conejos.

Para entender este mundo del toro hay que empezar por conocer las ganaderías y las dehesas y, con la mente abierta y sin ningún prejuicio, valorar este mundo en su conjunto, desde el prisma ecológico y, por supuesto, económico. Estoy seguro de que si lo analizamos desde estos puntos de vista el mundo del toro aporta mucho más de positivo que de negativo. Sin embargo, el problema viene cuando sólo vemos el resultado final de una corrida de toros, la manera de matar al animal. Esto puede herir sensibilidades, estoy de acuerdo, pero tiene una solución muy sencilla, el que no lo quiera ver que no asista a una plaza de toros o que cambie de canal de televisión. ¿Cuál es el problema?

La realidad es que si fuésemos conscientes, si fuera público, si televisaran, de cómo se sacrifican a los animales en los mataderos industriales, igual el tema del toro pasaría a un segundo plano para los antitaurinos y ecologistas porque básicamente estamos hablando de lo mismo, animales que se crían en granjas y que se sacrifican. Con una diferencia muy importante hasta llegar al momento del sacrificio, que el toro tiene una vida que para sí la quisieran otros animales.

Si todo el esfuerzo y todo el dinero que se dedica a que desaparezca el mundo del toro se dedicara a procurar una sociedad más justa el avance como sociedad en su conjunto hubiera sido enorme, pero estamos más preocupados en temas secundarios que no sirven más que para la satisfacción personal de cada uno, la justicia con los animales, que en los temas realmente importantes, la justicia con el ser humano.