VAYA por delante que esto es para sonreír, por lo extravagante y, de paso, pensar un poco (¿se acuerdan de la sangrienta búsqueda de la segunda parte de la Poética de Aristóteles en El nombre de la rosa?). Ésta es la historia de un rey de un pequeño país enclavado al norte de Sudáfrica, el segundo más pobre de África y el que goza el dudoso honor de tener la tasa de infección por VIH más alta del mundo: uno de cada cuatro habitantes tiene sida. Pero el rey ignora -militantemente- lo puteados que están sus conciudadanos, que total viven de media entre 41 y 43 años -según la OMS- y tampoco se trata de estresarse. El hombre se dedica a gozar de su opulencia -su fortuna supera los 100 millones de dólares-, que incluye un harén de 14 esposas y la celebración de un desfile de adolescentes vírgenes en top less entre las que elegir a sus amantes. Vamos, lo que se dice una orgía de denuncias de Emakunde y Bibiana Aído y de cualquiera con dos dedos frente y una pizca de humanidad. Pues hete aquí que una de las 14, antigua miss Suazilandia de 22 años y madre de dos hijos del monarca, ha sido puesta bajo vigilancia materna -esto tiene su punto- bajo amenaza de destierro porque, dicen, fue pillada in fraganti en la habitación de un hotel con el ministro de Justicia, también casado y amigo íntimo del dictadorzuelo. La escena tuvo que ser de ver, un estilo culebrón venezolano -no lo digo por Hugo Chávez, precursor del subgénero de la telenovela obrera-. En el pecado va la penitencia, suele decir mi madre. Espero que a la ex miss le vayan bien las cosas.
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