un rapero con visera y camiseta desgastada, un treintañero de traje y corbata, una joven alternativa con un desenfadado fular, un muchacho con una colorida camiseta de rugby, un nuevo vitoriano de raza negra, varias chicas monas ataviadas para la ocasión y otras monas per se, algún pijo de camisa celeste a juego con la cartelería, un chaval con americana de lino y polo Diesel... Todos, de menos de treintaipico. Y entre ellos, una sonriente -y apuesta, todo hay que decirlo- Encina Serrano amadrinando a la chavalería popular. Sólo faltaba el palestino de María Dolores de Cospedal, que nuestra Encina cambió por un acertado pañuelo de marca en tonos teja. Fue el esmerado mosaico que ayer presidió el acto de la precoz puesta de largo de Javier Maroto como candidato del PP a la Alcaldía de Vitoria, a los pies de las torres de Salburua. "Buena puesta en escena", fue el comentario general aun entre los asistentes paganos. Al estilo american way, en torno a un adiestrado orador en pie y con un videoclip técnicamente bien resuelto de coreografías a ritmo hip-hop por distintas plazas de la ciudad. El discurso tuvo un par de apuntes interesantes sobre la realidad concreta de los ciudadanos más castigados por la crisis y sobre la necesidad de escuchar al otro, asumiendo con sinceridad los diferentes puntos de vista de una sociedad plural, como si sonara a una especie de autocrítica y enmienda de quien hubiera gobernado ocho años desde otros parámetros. Pero los apuntes quedaron eclipsasdos por una escenografía muy cuidada... quizás demasiado.
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