la izquierda abertzale y Eusko Alkartasuna (EA) presentaron ayer pública y solemnemente su esperado "acuerdo estratégico", concretado en una apuesta por la construcción de un Estado vasco independiente por vías pacíficas y democráticas. El documento no cita ni una sola vez a ETA y mantiene las posiciones y terminologías que ha venido manteniendo la izquierda abertzale en los últimos tiempos. Ya es sabido que la parte intrínsecamente negativa de la creación y alimentación de una expectativa es la decepción o frustración en que deviene si las perspectivas no se cumplen. En ese sentido, sólo quienes han protagonizado la firma del documento y sus incondicionales podrán apreciar en el contenido del texto rasgos distintivos, matices o avances en la cuestión central de los retos principales que tiene ante sí la sociedad vasca en su conjunto. Y, sobre todo, en la cuestión básica que, tanto desde el punto de vista ético como político y democrático, ha atenazado al pueblo vasco desde hace décadas, como es la violencia de ETA. El documento vuelve a pasar de puntillas sobre la organización armada y su perversión violenta, sin mencionarla ni una sola vez. Sólo las recurridas fórmulas de la apuesta por el "uso de vías exclusivamente políticas, pacificas y democráticas y la defensa de todos los derechos humanos" y -ésta más esperanzadora- la asunción de los Principios Mitchell, en especial el "compromiso exclusivo con las vías pacíficas y democráticas para la resolución del conflicto" y el "compromiso con renunciar al uso de la violencia, y al rechazo a todo intento por otros al uso de la fuerza, o la amenaza de usarla, para intentar influir en el curso o el resultado de las negociaciones multipartitas" suponen, en sí, un paso en la buena dirección. Insuficiente aún. En este contexto, es claro que únicamente la escenificación de esa unidad de acción entre la izquierda abertzale y EA tiene significado propio. Y se hace abandonando posiciones posiblemente más aglutinadoras y centradas en favor del derecho a decidir. Con todo, el aspecto esencial (es decir, el fin de la violencia) sigue al albur de la decisión de ETA. Es decir, de si para ETA es suficiente esta entente independentista y su desarrollo y decide dar el paso o no. Mientras, la sociedad vasca sigue como estaba.