EN 1947 Yossi Arel condujo un barco con cientos de judíos sobrevivientes del Holocausto desde Chipre al inexistente Israel, a pesar de la oposición del Mandato Británico. Su historia se conoció por el libro de León Uris y por la película Éxodo. El comandante del mítico barco sería miembro, posteriormente, del grupo militar que iba a conformar el ejército israelí. Los inmigrantes ilegales llegaron poco menos de un año antes de que se declarara la independencia del estado de Israel, pero su acción fue clave para la comprensión y el apoyo internacional al estado de Israel.
(...) El pasado siglo XX ha sido uno de los siglos más sangrientos de la historia. Y el pueblo judío, que ya anteriormente ha sufrido en propia carne la diáspora y el destierro durante siglos, ha sido tomado como ejemplo de pueblo víctima del siglo. No hay duda de que, en este contexto, el dolor del holocausto facilitó la creación del estado de Israel. Pero si ha sido víctima de unas enormes dosis de sufrimiento, ese exceso de sufrimiento, ese exceso de mal, ha llegado a afectarlo, a poseerlo, a dominarlo. Los campos nazis de concentración lo han marcado y el pueblo judío no ha superado sus perspectivas de aguante. Desde ahí se ha cegado ante la realidad, ha sido poseído por el mal sufrido, como si se tratase de una posesión diabólica, y el pánico a un nuevo destierro de una llamada tierra prometida lo mantiene doblemente poseído por el mal. (...)
El pueblo palestino está sufriendo las consecuencias de la expansión del estado de Israel, especialmente en Gaza. Hay millón y medio de personas sufriendo un ciclo interminable de estrecheces y desesperación. Se están sembrando las semillas del odio un día sí y otro día no. En la cumbre internacional celebrada en Egipto, en marzo de 2009, se prometieron casi 4.500 millones de dólares para la reconstrucción, pero la realidad es que ni siquiera llegan los artículos esenciales para la supervivencia. Conseguir entrar en Gaza ya es una hazaña. Cuando un pueblo está poseído por el mal realiza acciones que no se le ocurrirían hacer en su sano juicio. La sociedad israelí está enferma, y eso es peligroso, como también lo es que, a causa de los daños recibidos, la población de Gaza sea poseída también por el constante sufrimiento, por el mal, por el daño recibido.
Los recientes acontecimientos de Israel se están produciendo a la inversa respecto a algunos acontecimientos de su historia. Y las personas muertas estos días en los éxodos, los barcos que desafiaban a Israel, deben llamarnos a la reflexión, porque es necesaria ya un nuevo escenario, y no precisamente bélico. La paz exige la creación inmediata del Estado de Palestina. (...) El hecho es que las fronteras de Palestina están pegando a Israel porque han desplazado a sus habitantes de lo que hoy es Israel y un acuerdo inmediato de paz y convivencia es necesario. Y los juegos florales en torno a la energía atómica que irradia por la zona serán responsabilidad de todos aquellos agentes, organizaciones civiles incluidas, que en un momento determinado de la historia hemos mirado hacia otro lado. El nuevo éxodo palestino es imparable ya, porque la sociedad civil ha comenzado a provocar con símbolos y con trompetas para que caigan las murallas de Jericó. Es tan fuerte el estruendo que la espera ya no se mide en años. Y si el Estado de Israel sigue poseído por el mal, si sus acciones se convierten de nuevo en crímenes la dignidad internacional debe seguir hablando, como esos barcos llenos de símbolos, a pesar de la sangre vertida en sus cubiertas.
Tribuna Abierta