YA parece que del cambio climático se habla menos. Será que nos han dejado por imposibles. ¿O tal vez hay otras cuestiones que traen de cabeza a la ciudadanía, como esta crisis que nos ha caído encima y que tantos se empeñaban en ignorar? Porque cuando nos proponemos en no pensar en algo parece como si dejase de existir. Es como esconder la cabeza debajo del ala; o como cuando de niños nos tapábamos los ojos y decíamos: "¿A qué no me ves?". La crisis a veces despunta, nos tiran de las orejas los que tienen los ojos abiertos y entonces vienen los aspavientos y los enfrentamientos. Reducir gastos. Pero, ¿de dónde? Pues vamos a tantear, o tontear, a ver quién protesta menos. Ministerios, hay algunos que están en la mente de todos en vista de su ineficacia contada en los telediarios. El maltrato o las violencias por el sexo no cesan; Aído, que nos lucimos. Teléfonos, pulseras, alejamientos, etcétera.
Hay que resignarse y pagar ministerios. El ambiente es malo y si sólo es medio habrá que pensar en algo más imponente, que nos cause temor a perder lo que tenemos y nos aleje del malestar, que tanto va distando del bienestar que siempre nos han prometido. Claro, la Tierra se enfada, inundaciones, terremotos, desprendimientos de terraplenes. Se enrabieta el volcán, uno, de Islandia, y pone patas arriba a medio planeta. Y puede despuntar cuando quiera. Uno o varios estratégicamente situados. Está la contaminación humana. Pero, claro, de Dios para qué hablar si hasta hay insensatos que pregonan su inexistencia. Pues ahora revienta la plataforma petrolífera del Golfo de México y la catástrofe ecológica adquiere proporciones más que el Prestige.
Queridos lectores, cuidemos nuestro maltratado planeta, que Dios, el gran olvidado de muchos, nos sigue mirando con el cariño del Padre que nos ha creado y nos encargó el cuidado de esta Tierra en la que nos puso y tan mal uso hacemos de ella. Vamos a capear -no torear-el temporal con el optimismo que merecen las inteligencias, que haberlas hailas preclaras. Actuando en equipo, codo con codo y no a codazos para subirse al poder. Que siempre se ha dicho que si el poder puede corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente.
Alfredo Hernández