Él contaba nueve años cuando tuve el gusto de conocerle? Un torbellino, divertido, espontáneo, ¡gran chaval!, pensé.

Le he visto formarse en esta afición, su gran pasión, el fútbol. Con los quebraderos de cabeza correspondientes de su familia (excepcional, por cierto).

Fue creciendo, adquiriendo madurez (demasiada para su corta edad) y consiguió ser figura del club de sus amores, sin perder su esencia.

Se alegró con los triunfos, y sufrió como nadie las derrotas. Sin ser aficionada, he seguido cada partido, en televisión, en radio incluso en el campo dando ánimo. Él se merece todo.

Sin duda, eres un ejemplo a seguir, como jugador y sobre todo como persona. ¡No cambies nunca!

Los que te queremos (y somos muchos) deseamos los mejor para ti en tu nueva andadura.

¡Enhorabuena y suerte!