Nos han llegado a prometer la luna. Nuestros responsables políticos y los ciudadanos estamos convencidos que hay que cambiar el modelo económico en el que se sustenta el mundo. Para hacerlo sostenible, y una gran parte de ello debe ser mediante la energía.
La sostenibilidad siempre va a pasar por un gran consumo de energía, provenga de donde provenga. Tenemos que dejar de depender del petróleo y aplicarnos en el uso de las energías más baratas. Nos anuncian a bombo y platillo que pronto veremos circular en España y por el mundo más coches eléctricos que jamás pudiéramos imaginar. Que se solucionará el paro con puestos de trabajo verdes. Hemos llenado los tejados de placas solares y tenemos una cantidad elevada de molinos aerogeneradores por nuestras montañas para crear energía. Con todo esto conseguimos energía más barata y sostenible. ¿Es eso cierto?
Si realizásemos una encuesta a los ciudadanos sobre el concepto que tienen de la energía, lo primero que escucharíamos sería su elevado coste; lo segundo, seguramente la incertidumbre y el desconocimiento del mercado energético y por último, que las nuevas energías no les han reportado nada hablando en términos económicos.
La sostenibilidad primero debe pasar por la eficiencia energética. La energía más barata es la que no se consume. Debemos, por tanto, estar concienciados de que el uso que le demos al gas o a la electricidad, provengan o no de las renovables u otras técnicas, debe ser lo más eficiente posible.
El Gobierno está a punto de poner en marcha una nueva normativa en torno al gestor energético. Esta figura será importante y clave para nuestro futuro, pues gestionará la energía de instituciones, empresas, industrias y hasta la de viviendas y comunidades. Es el encargado de velar por un suministro y consumo adecuado, asegurándose de que el rendimiento de nuestras instalaciones y edificios esté siempre en valores óptimos. Para ello debemos estar educados; con pequeñas acciones se pueden conseguir grandes metas.
No hace falta poner una placa solar en nuestro tejado si no miramos por reducir nuestra demanda diaria de energía. Las tecnologías que actualmente se están utilizando están en fase de desarrollo y deben mejorar mucho su rendimiento, sus costes y sus facilidades de implantación. Son las instituciones las que a su vez deben adaptar las normativas a los cambios del sector, por un lado para potenciar el cumplimiento integro de las mismas y para agilizar los trámites de adecuación de las tecnologías al ciudadano, sin cercenar a ninguna no priorizar a otras.
Caso claro el de las energías fotovoltaicas, en la que una buena solución, en términos energéticos se ha derivado en una solución financiera, desbordada por los agentes especuladores. Apagar la luz cuando no estemos en la habitación, no pasar de más de 22 grados en invierno, no abusar del aire acondicionado, apagar el televisor desde el botón de encendido y no desde el mando son pequeños detalles a los que no estamos acostumbrados y que son los que realmente pueden hacer de que nuestro medio ambiente.