HAY temas tentadores estos días. Está la prima de 600.000 euros para los chavales de la selección por ganar el Mundial de Fútbol, que da mucho de sí en los debates del bar. Es que éstos no son funcionarios ¿eh? Me tiene también entretenida el aterrizaje de David Cameron en el Gobierno británico, más concretamente el de su responsable del Tesoro, que tras protagonizar un chusco episodio al recibir de manos de su predecesor la notita que ya les comenté, avisándole de que la hucha estaba vacía -"no money left" fue el mensaje de bienvenida-, ha tenido que dimitir semanas después de tomar posesión tras admitir que cuando era diputado pagó con dinero público habitaciones en apartamentos propiedad de su pareja. Normal que no quedara dinero. Luego hay asuntos, si quieren más intrascendentes, pero igualmente divertidos con una caña en la mano. ¿Lo de Andrés Calamaro es por los años de abusos, por dejar de abusar o era así? ¿Será porque se ha cortado la melena? ¿Se han fijado que en cuanto los músicos se cortan el pelo -ahí está el ejemplo paradigmático de Metallica- la cosa empieza a decaer? ¿Coincidencia? ¿Nos tenemos que tragar que Hannah Montana es malota, malota? ¿De dónde surge ese fascinante discurso de que para pasar de niña a mujer -como Bea en Verano Azul o la hija (una de ellas) de Julio Iglesias- hay que enseñar culo y teta y que por hacerlo eres una femme fatale? ¿Qué diría de todo esto Marlene Dietrich, por poner? Pero hoy paso, lo dejamos para otro día. El domingo fue el último peldaño de la escalera de San Fermín y tengo cosas más interesantes en mente.
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