Yo soy más de Nicolas. Silvio tiene su punto, pero es que se le ve venir de tan lejos que no acaba de convencerme. Hugo se ganó un lugar en mi corazoncito el día aquel que bramó contra los campos de golf, epicentro de la burguesía capitalista. Y Evo... Bueno, Evo entró con fuerza poniendo de moda sus jerseys. Qué frivolidad, verdad, hablar de la indumentaria de un cargo público elegido por el pueblo. Ya, pues cuando el dirigente lleva falda aquí no se corta ni el tato -recuerdo así, a vuela pluma, el esmoquin de Carme, el bikini de Magdalena y el escote de Angela-. En fin, sí, es una frivolidad, cerremos el paréntesis. A Evo le sigo de cerca desde que se convirtió en el primer jefe de Estado en huelga, con un par. Le recordarán protagonizando un encierro, con sacos de dormir y todo, para presionar al Parlamento boliviano. Que oiga, fenómeno, eso es responsabilidad institucional. Tampoco estamos para dar lecciones a nadie, después de todo este es el país donde los jueces -tercer poder del Estado- convocan paros, así que no nos vamos a poner paternalistas ¿no? Pero Evo acaba de ascender en el escalafón. En su defensa de los alimentos ecológicos ha afirmado que los europeos "son todos calvos" por su mala alimentación y ha advertido de que "el pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas, por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres". Si continuamos el silogismo con la reciente teoría de un cardenal católico, concluiremos que la pederastia deriva directamente del consumo de pollo estabulado. Ahí es nada.
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