Anteayer le conté a mi mujer que nuestro hijo mediano, Beñat, había pedido un disfraz de pobre, pero no para carnavales, sino para parecer pobre de verdad y conseguir dinero pidiendo. Tiene cinco años y se entera de todo, aunque no nos demos cuenta. Ayer fue, sin embargo, mi esposa quien me contó la última de nuestro hijo. Le dijo que él no quería ser mecánico, como su padre. "¿No quieres ser mecánico como aita?". "No, yo quiero ser rey". Mi hijo quiere ser rey. Hace poco me había dicho que iba a ser entrenador de fútbol y me pareció bien; pero esto de querer ser rey ya es preocupante. Lo que le ocurre a mi hijo es que no quiere dar palo al agua, quiere tener de todo sin hacer nada. Pero llegará el día en que le hable sobre algunas lindezas de ese rey que desea ser. Le hablaré de las cosas que hicieron por el mundo sus antecesores y otros reyes en otros lugares. Le hablaré del trabajo, de la pobreza, de igualdad, de vergüenza, de solidaridad; le hablaré de muchas cosas.