desde la asunción de las competencias en 1980 y su posterior despegue, la sanidad pública vasca en su conjunto, y los servicios hospitalarios de Vitoria-Gasteiz en particular, han sido durante dos décadas motivo de orgullo para Euskadi y los gasteiztarras. Pero los cambios demográficos, la mayor exigencia social de calidad, la intensificación de la demanda o el reto de la investigación, entre otros factores, le han ido poniendo al sistema sanitario vasco nuevos desafíos y, en el caso de la capital alavesa, era patente la necesidad de que la ciudad acometiera una segunda gran reforma de su mapa hospitalario. Desde el segundo mandato de Alfonso Alonso, el PP ha venido blandiendo periódicamente la reivindicación de un tercer hospital en Vitoria de una manera más efectista que efectiva, que obedecía a la necesidad de enarbolar una bandera vitorianista frente al Gobierno Vasco más que de conjugar necesidades, servicios y viabilidad. El anterior alcalde llegó a ofrecer terrenos en Mariturri o en Salburua y el actual regidor, Patxi Lazcoz, que se aferró con entusiasmo a la bandera, llegó incluso a vislumbrar que en algún enclave de los nuevos barrios se levantara un "gran hospital metropolitano". El anhelo se vio finalmente plasmado, de una manera expresa, en el pacto de gobierno de PSE y PP y el popular Javier Maroto se apresuró a anotarse el tanto y exhibir el logro. Pero este castillo en el aire chocaba con la realidad y el nuevo consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, no tardó en percatarse de la inviabilidad de tal macroproyecto. De hecho, las últimas conversaciones de ambos socios han versado más sobre el envoltorio -cómo vender el proyecto como un metafórico tercer hospital- que sobre el contenido. Finalmente no habrá un nuevo centro, es cierto, pero sí una profunda reordenación hospitalaria con los pies en el suelo, una solución que ya se venía perfilando en la anterior legislatura y que se antoja más efectiva. Una apuesta por un gran Txagorritxu y un Santiago más reducido pero especializado en crónicos mucho más racional que el consejero presentó ayer como todo un Olimpo sanitario en Gasteiz. Ahora le toca demostrar que no será sólo un panteón de dioses o una bandera política y que servirá también para responder a las mundanas necesidades sanitarias de los alaveses.
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