1º. Amar al barrio más como vecino que como técnico.

2º. No jurar y prometer en su nombre en vano.

3º. No santificar sus fiestas medievales sino tratar de hacer una fiesta de él.

4º. Honrar a sus vecinos y moradores atendiendo sus necesidades.

5º. No matar su vida social, escolar y cultural.

6º. No fornicar ni cometer tampoco actos contrarios a la moral de sus necesidades.

7º. No hurtar a los jóvenes su derecho a una vivienda social en él.

8º. No levantar falso testimonio ni mentir sobre lo que se ha hecho o se piensa hacer.

9º. No desear las viviendas de los demás para desenterrar las viejas piedras de su historia porque ésta, como la anterior, siguen escribiéndola sus gentes.

10º. No codiciar a costa de él glorias y honores fútiles, porque el mayor premio, es saber servir solamente como deber.

Diez mandamientos para reconvertir nuestro barrio, mientras proyectos sociales como el parking, la transformación del viejo polideportivo o la mejora de la accesibilidad al centro de salud duermen el sueño de los justos, el gran mago Petreo alarga su sueño hasta el viejo templo y su gloria hasta el Nobel.

Triste espectáculo el que damos, cuando hasta la propia juventud del barrio, ante este abandono social, ha tenido que actuar para sacar del ostracismo de años a espacios cercados, con posibilidades lúdicas. Increíble pero cierto lo que le ocurre al barrio más entrañable y querido de la ciudad.