SI mira al calendario y es de los que atiende a las onomásticas de tinte más bien comercial, hoy puede estar atravesando, al menos, dos fases bien diferenciadas. Primera posibilidad: hoy es lunes pero usted vive en una nube de algodón gigante, con Tarta de Fresa y el Oso Amoroso, la vida es bella, la nieve es hermosa... Todo es perfecto porque su costillita ayer le agasajó con un ramo de rosas -clásico básico-, un perfume o bombones, por poner. ¡Qué bonito es el amor! Segunda posibilidad: hoy es lunes y es lunes. La nieve es un asco, el hielo resbala, qué empalago de parejas felices, los bombones engordan, es un atentado ecologista cortar flores y estas fiestas son un invento de los grandes almacenes para hacer caja. En este segundo caso, el origen puede ser también doble. O su pareja pasa en moto de estas cosas y usted no, o está usted celebrando su día, el de los amores no correspondidos. Si es así... ¿felicidades? Bueno, dejémoslo en ánimo, supongo. Pero ayer le pudo ocurrir otra cosa. Quizá usted sea de ésos que tuvieron más que de sobra con ese puntal del cine de barrio que es El día de los enamorados, con Concha Velasco y un improbable señor con bombín haciendo de San Valentín, y a los que les mola el cine negro, las pelis de gángsters. Si es así, a usted el santo antes mencionado le sugiere Al Capone y esa famosa escena del imaginario colectivo de un tipo vestido estilo años 20 que ametralla a un grupo de hombres a los que usted no ve porque lo único que queda a la vista es el recorrido de los proyectiles impactando en el muro. Se llama elipsis y es magnífica.
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