¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Es ésta una pregunta muy en boga estos días, ya que la reforma laboral planteada por el Ejecutivo de Zapatero parece abocar a la sociedad española a la segunda opción, cuando lo ideal en todo estado de bienestar -dicen que es en el que estamos- sería la primera.

No entro a valorar a aquellas personas que desean seguir en su empleo tras los 65, pues me parece de alabar si eso es lo que les gusta y lo que les hace desarrollarse como personas. Pero para todos aquellos que tienen un puesto de trabajo que no les satisface -y aventuro que se trata de la mayor parte de la ciudadanía- alargar la edad de jubilación sólo supone incrementar el tiempo de padecimiento, ya que las horas dedicadas al ocio serán cada vez menos y, cuando por fin puedan jubilarse, se encontrarán en una edad en la que la salud será la que deba determinar si pueden disfrutar de ese tiempo.

Para todos aquellos que trabajan diez y doce horas al día para sacar adelante una familia de la que no pueden disfrutar, la ampliación de la edad de la jubilación va a suponer, casi, una esclavitud.