En la última Comisión municipal de Servicios Sociales, el gobierno socialista utilizó un concepto de otro siglo para explicar cómo se hace frente a un problema muy actual. Refiriéndose a la actividad del Comedor Social de las Desamparadas y a la buena gestión que está demostrando, el concejal delegado habló de la importancia de la caridad y agradeció que existiera dicha caridad ya que si no habría personas que se quedarían sin comer.
Oír algo así en una institución como el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, pionera en décadas pasadas a la hora de prever necesidades sociales, no deja de resultar sorprendente y preocupante. ¿Qué sensibilidad social puede tener un responsable institucional que se fía de la caridad para garantizar un derecho tan importante como el de la alimentación? ¿Cómo puede considerar una medida oportuna el recurso a la caridad? ¿Dónde está la verdadera política social de generación de recursos de atención? ¿Dónde ha quedado la política socialista progresista?
Si el modelo asistencial que al señor Lazcoz le parece idóneo es el del siglo XIX, donde la existencia de sistemas de protección era una utopía y la atención a las personas desfavorecidas quedaba en vocablos como la caridad y la beneficencia, flaco favor estamos haciendo a la política con mayúsculas. ¿Apostamos por ser capital de Euskadi o capital de caridad en Euskadi?