Franco, a diferencia de otros líderes sociales como Hitler y Mussolini, venció y murió en la cama, venerado y amado por su pueblo al que acaudilló con el afecto propio de un padre de la patria durante cuarenta años, que se dice pronto. Eran tiempos de paz, orden y salvaguarda institucional que contaban con la bendición pía bajo palio, y el asentimiento popular... Y es que no le temblaba el pulso a la hora de hacer justicia mientras desayunaba firmando sentencias de muerte y nuestros padres leían con avidez las crónicas truculentas de los condenados camino del patíbulo. ¡Qué tiempos aquellos! Aquel fascismo democrático, o si se prefiere de rostro humano, supo eliminar al enemigo social, exterminar al criminal, fagocitar a los elementos nocivos del Sistema e instauró un Régimen de libertades práctico-reales que no teórico-formales como nunca antes habíamos disfrutado ni en el Reino, ni en la República. Por eso, no son pocos los que recuerdan con nostalgia entre suspiros: ¡Con Franco vivíamos mejor! que traducido a lenguaje neuronal vendría a decir ¡Con Franco, éramos más jóvenes!

La historia no tiene por qué ser unidireccional camino de la hecatombe cívica en la que le ha encarrilado el materialismo dialéctico marxista, que rezuma la sociología española, y un buen paso para invertir los procesos degenerados que socavan los cimientos de nuestra sociedad, empieza por reclamar en los medios el cumplimiento íntegro de las penas, un endurecimiento del Código Penal, para después pasar a exigir un tratamiento más severo y punitivo de los internos para que sufran su condena en régimen de castigo y no como terapia reeducativa, para lo que habría de empeorarse sustancialmente las condiciones de vida carcelaria, restringiendo por ejemplo, las visitas, y reinstaurando los trabajos forzados, conseguido esto, estaríamos en disposición de introducir con todos los honores la cadena perpetua como acaba de pedir precipitadamente el Partido Popular; de casta le viene al galgo? Franco le dio la mano a Fraga; Fraga le dio la mano a Aznar, Aznar le dio la mano a Bush, y a Rajoy; Rajoy le da la mano a Gallardón y besitos a Esperanza Aguirre? cadena PPtua que posibilita la regeneración social de aquella época perdida, pero que no parece del todo madura para encauzar la rabia y frustración popular hacia la pena de muerte, quizá por miedo a que la Iglesia les excomulgue como a los abortistas? sacrificio que deberían asumir por España. ¡Por España! ¡Coño! ¡Arriba España!