EL pasado jueves fue detenido por la guardia urbana en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil Cleto Escudero Toral, de 42, albañil de profesión. Los hechos ocurrieron tras haberse recibido en la comisaría varias llamadas telefónicas en las que vecinos aseguraban haber visto merodeando a un hombre con las características de un violador a quien se buscaba hacía varios meses y cuyo retrato robot había sido profusamente distribuido. Allá fueron los guardias y tras haber escuchado algo semejante a gemidos o lamentos en el interior de una vivienda de una sola planta, irrumpieron en la habitación y hallaron a un hombre realizando el acto sexual con una mujer. Inmediatamente procedieron, lo sacaron a patadas y le detuvieron sin darle tiempo a explicar que aquella era su casa y aquella era su mujer. Pobre Cleto, sufrido contribuyente a quien no dieron tiempo ni a pedir explicaciones, qué digo, casi no le dieron tiempo ni a sacarla entre el entusiasmo del trance y el sobresalto del interruptus policial. Él, que estaba tranquilamente matrimoniando y de repente, a calzón quitado, se le echó encima la vorágine. Le sacaron de donde tan tranquilamente estaba embutido, me lo pusieron esposado y de cara a la pared y allá quedó Cleto atónito, acojonado y, a ver, completamente encogido. La doña, con los nervios del momento, sólo se preocupó de taparse y disimular, como si le hubieran pillado haciendo ganchillo. Luego se aclaró, los guardias pidieron excusas y les animaron, "sigan, sigan ustedes, a lo suyo". Pero el pobre Cleto, ya, ni flores.