HACE ya bastantes años, nací en el número 68 de la calle Correría, quizás uno de los lugares más alto de Vitoria-Gasteiz. Desde el mirador divisábamos el monte de Olarizu, justo encima de la hornacina de la Virgen de la Vega. Aún suenan en mis oídos las notas del acordeonista Salinas que amenizaba las fiestas de las vecindades, primera, segunda y tercera de la Correría... Aún estoy viendo carnicerías abiertas, "la de Llanos, Acebo, El Moyano, mis padres tenían una ultramarinos como Rafael, El Rubio, La Blasa, farmacias, Esparza, vinotería como Basilio.. y droguerías como la Amparo, o zapaterías, por haber había de casi todo; así un sinfín de lugares célebres todos desaparecidos salvo la carnicería de Equino de Manolo... y alguna tienda de antigüedades. Y ahora voy y escucho que se va a revitalizar el Casco Medieval, y abre sus puertas Adolfo Domínguez y alguna otra tienda de enganche... y luego locutorios -ésos no pueden faltar-, ah y bares como donde estaba el 10, que ahora es la Malquerida, o el antiguo Cocodrilo, donde estaba el ultramarinos de la señora Blasa.
Bueno, cambiar si ha cambiado el casco medieval, han quitado las aceras, han puesto nuevo empedrado, pero las familias aquellas, las de siempre, se fueron. Las desalojaron al abrir nuevas viviendas en barrios periféricos de Vitoria. Tuvieron que marchar para poder tener cuarto de baño y agua corriente todos los días.
Y ahora quieren, revitalizar el Casco Medieval. ¿Cómo? Cambiando su fisonomía, adecentándolo. Fíjense, pasen y vean. Cada barrio, cada lugar de la ciudad lo hacen sus gentes. El Casco Medieval lo hacen sus moradores, sus niños y niñas, sus jóvenes y adultos y sus ancianos...
Y para eso bien se guarda el Ayuntamiento en no vender o no sacar a la venta pisos ya reconstruidos, que llevan varios años sin salir a la venta -dicho sea de paso y sin ánimo de ofender- el número 68 donde yo nací restaurado totalmente y sin ser habitado desde hace varios años, lugar desde el que se ve el Campillo y el antiguo palacio episcopal.
Así queremos revitalizar el Casco Medieval. No importa que lo pintemos y decoremos, lo fundamental es que lo alimentemos de gente, que le demos entrada a la vida. ¿Queremos un Casco Medieval de exposición y paseo para turistas? ¿O para vivir y proteger? Y eso que queda aún en pie la antigua casa de duchas... Pues apostemos, pero de verdad, por el Casco Medieval.
Juan Carlos Audikana Hueda