HOY es el Día Mundial contra el sida. También lo fue el 1 de diciembre de 2008, y el año anterior. Desde hace más de dos decenios el planeta intenta tomar conciencia de los peligros de una enfermedad que, todavía hoy, a pesar de toda la información de que se dispone, es la causa de la muerte de decenas de millones de personas en todo el mundo. Este año el lema reza Acceso Universal y Derechos Humanos, y hace hincapié en la necesidad de que todos los enfermos puedan acceder a los métodos de prevención, tratamiento y apoyo, además de intentar concienciar a la sociedad de que un enfermo de VIH es, ni más ni menos, un enfermo que puede y tiene derecho a desarrollar su vida en todos los ámbitos. En nuestra realidad alavesa, que forma parte del Primer Mundo, la jornada está plagada de actividades, y muchas de ellas se centran en la necesidad de tomar medidas de prevención en las relaciones sexuales, en llamar la atención, sobre todo, en un hecho que no es nuevo pero que parece que cada año que pasa cae en saco roto: las relaciones heterosexuales están detrás de los nuevos contagios; de hecho, la mayoría de los 39 alaveses que contrajeron el sida el año pasado se infectaron de esa manera, y esa cifra suponía un crecimiento del 100% respecto al año anterior. Quizás por todo esto, por la aparente ineficacia de las campañas de prevención, un nuevo debate se está suscitando entre algunos sectores: ya hay quienes defienden que es necesario centrar más los esfuerzos en frenar la expansión del virus que en recordar a la población cómo debe ser una práctica sexual segura; es decir, que en lugar de insistir en que el preservativo es un remedio eficaz para evitar el sida, además de las enfermedades venéreas, algo que los datos se empeñan en demostrar que cae en saco roto, hay que apostar por la reducción de daños mediante la realización de pruebas cada vez que se tiene una práctica sexual de riesgo. Es cierto que así muchos portadores sabrían que lo son, y por tanto, detendrían parte de la expansión de la enfermedad, pero no cabe rendirse en esta lucha. Las campañas de prevención son aún hoy necesarias, por triste que parezca: el preservativo sigue siendo la mejor manera de no contagiarse. Y la prueba del sida, si es una suma, ayudará también a evitar la expansión del virus. Todo, por tanto, es prevención.