AL principio iba a suceder en la primavera de 2010. Ahora, todos aseguran que se retrasa un año, o quizá hasta 2012. Y al ritmo que llevamos, la recuperación económica llegará más o menos cuando a Madrid le toque organizar unos Juegos Olímpicos. Es lógico, porque parece que todo aquel que tiene alguna noción de economía junto al sentido común ha huido del Gobierno para dirigirse directamente a la empresa privada o, sin más, para abrazar la jubilación. No quiero verlo se ha convertido en la máxima de quienes todavía guardan algo de vergüenza y prefieren abandonar el barco.
Los que no demuestran el más mínimo rubor se dedican a hundir a nuestro país en la miseria. Para empezar, los Presupuestos Generales del Estado ya disparan directamente a la línea de flotación. "¡Hay que recortar!", gritan unos. "¿De dónde?", se preguntan otros. La respuesta sale de cerebros enladrillados: restar de las partidas de I+D.
Que científicos e investigadores pongan el grito en el cielo no importa, claro. Para qué vamos a innovar con lo bien que nos va viviendo de las subvenciones de aquí y de allá, ¿verdad? En un momento en el que se ha demostrado que España tiene poco futuro como base de producción, y en una crisis de tan hondo calado como ésta, el Gobierno debería redoblar su apuesta por la formación de sus jóvenes y por la creación de valor añadido como única receta válida para la supervivencia de un país que ya no puede competir en costos de producción con América Latina o Asia, y que tampoco innova como Alemania o Estados Unidos.
Por cierto, Obama sí que ha entendido la necesidad de invertir en conocimiento. Y China también. Y vaya si le sacan provecho: para empezar, todo apunta a que Pekín le venderá el tren de alta velocidad, 100% chino, a Rusia. 10.000 millones de euros están en juego. Y este país también construirá sus propios aviones para competir con Airbus y Boeing. Y eso que hace tres décadas China estaba completamente arruinada. Y se podrían añadir muchas íes más.
Parece que Zapatero ha entrado en razón unos minutos y evitará que la I+D reciba un corte tan pronunciado como el que se anunció en primera instancia. Habrá que esperar a que se apruebe el texto definitivo de los Presupuestos para hacer una comprobación de los daños. Pero no hay duda de que la investigación se resentirá.
Muchos dirán: "Claro, ¿es que de dónde vamos a sacar el dinero para eso?". De momento, ya se ha decidido incrementar la carga fiscal de todos nosotros, y es posible que se utilice para seguir salvando bancos y empresas que luego no sueltan un crédito ni a cañonazos y aplican ERE a diestro y siniestro. Además, muy posiblemente no fuera siquiera necesario. Porque más que aumentar el IVA, lo que habría que hacer es sacar los billetes de 500 que se esconden entre ladrillo y ladrillo, y controlar a los beneficiarios de subvenciones y demás subsidios. Porque la picaresca en este país adquiere niveles esperpénticos. Y magnitud extraordinaria. "No, ése cobra el paro pero se saca un pico currando en B", "ah, mi amigo se lleva la renta básica pero hace chapuzas todos los días", "no, yo factura no le hago, ¿eh?". Son cosas que se oyen todos los días, y se dicen sin ningún sonrojo. No es de extrañar que el paro roce el 20% y no se haya desatado una guerra civil, porque muchos de esos parados teóricos no lo son en la práctica. Mientras tanto, los investigadores cobran 1.400 euros si tienen suerte.
Claro que si miramos el estado del sistema educativo nada de esto nos debería sorprender. Uno de los principales puntos en los que infinidad de expertos hacen hincapié es la necesidad de cambiar de mentalidad. Uno de ellos me comentaba hace un par de días la obligación de dar un giro radical: "Tenemos que pasar de hacedores, localistas y defensivos a creadores, globales y ofensivos, y buscar en el extranjero, sobre todo, en los países emergentes, las oportunidades que brindan". En definitiva, desenroscarse la boina o dejar en el desván la pandereta. Cada cual lo suyo.
Pero será difícil conseguir este reto con una generación que difícilmente sabe leer y escribir, y se moviliza únicamente para protestar porque no les dejan hacer botellón. Hay que dejar de mirarse al ombligo y retomar algo de la capacidad de sacrificio de antaño. Para eso, es necesaria una importante inversión en Educación y un cambio del sistema actual. Pero a mejor, por favor, que ya está bien de tanta chapuza para que nadie repita curso. No hay obligación de que todos lleguen a la universidad.
En la misma dirección, las empresas están obligadas a mirar hacia el exterior si quieren sobrevivir. Sólo así crearán empleo en casa. Resulta paradójico, pero así es. El mundo del siglo XXI tendrá poco que ver con el del XX. Las potencias mundiales que han dominado tradicionalmente el planeta irán siendo desplazadas poco a poco por los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Serán las compañías de estos lugares las que posiblemente dicten el rumbo del resto, y por eso sería recomendable que nuestras empresas comiencen a aliarse con ellas, ahora que todavía tienen cierto peso específico. Sé acabó aquello de "somos cojonudos, como nosotros no hay nadie", o "como en Euskadi no se vive en ninguna parte". Porque todo eso está bajo una seria amenaza de muerte.
Al sistema financiero sería más que lógico exigirle cierta cuota de responsabilidad social. Es necesario que haya liquidez para que el tejido empresarial, en su mayoría formado por pyme, no se derrumbe. Y si sólo se puede hacer mediante el endeudamiento del Gobierno, pues que lo haga. Que para eso el País Vasco ha sido una de las comunidades autónomas más solventes. Ahora la industria reclama efectivo, y es momento de dárselo.
Sería posible continuar analizando decenas de pasos que nuestro país debería dar para alejarse de la crisis como lo está haciendo el resto del mundo. Pero la página del periódico es la que es, y tampoco es necesario dibujar un pesimismo tal que nos quite las ganas de seguir adelante. Todavía no es demasiado tarde para rectificar. Todavía.