La transformación digital de la atención sanitaria es imprescindible para hacer frente al continuo cambio que experimenta el ecosistema de la salud. “Es indiscutible que las tecnologías de la información y la comunicación permiten mejorar el autocuidado de la salud, la calidad de la asistencia y optimizar la eficiencia del sistema. Estamos ante un fenómeno imparable que está transformando por completo el escenario de la salud”, sostiene Marisa Merino, directora del X Congreso Internacional de Salud Digital, celebrado en Donostia, en el marco de los Cursos de Verano de la UPV-EHU.
¿Es un foro de reflexión?
El Congreso sirve para reflexionar si el escenario actual se adapta a las necesidades presentes y futuras de las y los usuarios, y cuáles serían las estrategias más apropiadas para cubrir esas necesidades en los próximos años, con el fin de generar valor para pacientes, profesionales, las organizaciones sanitarias y la sociedad.
¿Qué objetivos persigue?
Compartir, aprender y generar redes de conocimiento entre todos los agentes implicados en la atención sanitaria y la ciudadanía. Aprovechar sinergias para establecer nuevas colaboraciones y diseñar proyectos innovadores utilizando las oportunidades que ofrece la tecnología con el fin de mejorar la calidad asistencial, la experiencia del paciente y la sostenibilidad del sistema sanitario.
Al hablar de salud digital, ¿A qué nos estamos refiriendo?
A la utilización de herramientas digitales que nos sirven para mejorar la asistencia sanitaria y el manejo de la salud en todas sus áreas. Esto incluye no sólo el diagnóstico, la prevención, tratamiento y seguimiento de patologías, sino también la promoción de la salud de la población. Las herramientas usadas engloban los sistemas de información electrónicos, la práctica clínica a distancia, la comunicación digital, o la denominada Salud Móvil que incluye las aplicaciones y links de los teléfonos móviles.
¿Qué es la Salud Digital Basada en Valor (SDBV)?
Se entiende como la utilización de las herramientas o medios digitales para facilitar la generación de valor en la salud, con el objetivo de contribuir a la quíntuple meta del sistema sanitario: mejorar la salud de la población, la experiencia del paciente, la satisfacción de los profesionales, optimizar la eficiencia del propio sistema y mejorar la equidad de la atención. Y requiere un cambio digital masivo.
¿Un tema clave en la SDBV y en salud en general son los profesionales?
Efectivamente. Por mucho que desde las Administraciones desarrollemos herramientas o pongamos dispositivos, tenemos que contar con los profesionales. Las herramientas hay que diseñarlas desde el principio con los sanitarios y con los pacientes, en el caso de que tengan que ver con ellos. Desde la Asociación Salud Digital (ASD) llevamos varios años trabajando con Osakidetza, con la Fundación Signo y con otras instituciones para desarrollarlas.
¿Los profesionales precisan de mayor formación sobre las nuevas tecnologías aplicadas a salud?
Las destrezas digitales son clave en las administraciones sanitarias que están llevando a cabo una profunda transformación para mejorar los servicios de atención a los usuarios y, por supuesto, para favorecer el trabajo de los profesionales. Como médica que soy, hemos comenzado primero por el diagnóstico de la situación para conocer las habilidades digitales de nuestros equipos. En el País Vasco se diseñó como parte de la Agenda Digital 2013-2020, el proyecto Ikanos (que lo estamos actualizando constantemente) del Gobierno vasco, que elaboró un método de diseño de perfiles digitales, así como una prueba online de autoevaluación y otra de certificación.
¿Se ha buscado que cada sanitario pueda autoevaluarse?
Que tenga esa posibilidad, al tiempo que pueda plantearse objetivos personales. Y las organizaciones sanitarias tendrán acceso a valorar los resultados y hacerlo de forma agrupada. Ello posibilita identificar las necesidades. Por otro lado, tienen la opción de plantear objetivos y planes formativos concretos para capacitar a las personas y avanzar hacia la transformación digital.
¿El País Vasco ha sido pionero al abordar este tema?
Sí. De hecho, nos han citado desde la Comisión Europea para que les contemos nuestra experiencia de los últimos cinco años. Sin embargo, hay que ser conscientes de que por muchas herramientas que les ofrezcas a los profesionales, si no son sencillas y si no les formas para que vean cómo se aplican a su trabajo, no hacemos nada.
¿Hay sistemas digitales en marcha que tendrían más potencialidad?
Seguro. Nosotros tenemos que ser capaces de hacer bien los diseños y de aplicarlos correctamente. Pero además debemos de saber hasta qué punto nuestros profesionales saben utilizar lo que tienen.
¿Por ejemplo?
Seguramente a todas las historias clínicas de las que disponemos en nuestros centros de salud se les podría sacar un mayor rendimiento.
¿Por eso, son claves las alianzas estratégicas entre los distintos agentes para esa transformación digital?
La estrategia debe ser global, sin embargo, tiene que funcionar a nivel local también. Porque si se hace una intervención en un ambulatorio, por ejemplo, el Ayuntamiento en el que está ubicado tendría que trabajar igualmente con los ciudadanos para obtener el máximo beneficio para todos. En este sentido, la carpeta de salud que disponemos en las Comunidades es excelente, aunque no se está aprovechando todo el potencial que tiene. Habría que insistir a la ciudadanía para que sepa utilizarla. Asimismo, de este modo se reduciría la brecha digital.
¿El sistema sanitario será sostenible si no se cambia?
La realidad que tenemos es muy similar al resto de los países desarrollados; cada vez contamos con una población más envejecida, con enfermedades crónicas y con más gasto sanitario. Por otro lado, disponemos de muchas tecnologías, que hasta ver qué valor aportan, crecen y crecen. Y esto no sólo con lo relacionado con la salud digital, sino también con nuevos equipamientos y nuevos fármacos que disparan el gasto sanitario.
¿Además, la población cada vez es más demandante?
Tiene más conocimiento y eso hace que demande más con su salud. Todo esto hace que el ecosistema sanitario que tenemos sea cada vez más complejo. Tenemos un buen modelo sanitario; es una suerte para toda la ciudadanía que sea universal y, evidentemente, con sus problemas, la AP es mucho mejor que la de la mayoría de los países de nuestro entorno. No obstante, si seguimos con la misma estructura sanitaria y haciendo lo mismo, será muy difícil su mantenimiento.