La ultraconservadora Sanae Takaichi se ha convertido este sábado en la nueva líder del Partido Liberal Democrático (PLD) de Japón, el partido del Gobierno, y tiene al alcance de la mano convertirse, previa votación en el Parlamento –muy posiblemente el 15 de octubre, aunque la fecha no está confirmada–, en la primera mujer que asumirá la Jefatura del Gobierno nipón.
Takaichi, de 64 años, ha derrotado en la votación final a su gran rival, el ministro de Agricultura Shinjiro Koizumi (185 votos para la ultraconservadora por 156 a favor del hijo del ex primer ministro japonés Junichiro Koizumi) y ha asumido el liderazgo del partido con un discurso marcado por una idea fundamental: "Trabajo".
"Trabajaré, trabajaré, trabajaré, trabajaré, trabajaré", ha manifestado Takaichi, devota de la figura de la 'dama de hierro' británica, Margaret Thatcher, crítica acérrima de China, defensora de la política económica de que fuera uno de sus grandes maestros políticos, el asesinado primer ministro Shinzo Abe, y abanderada de la modificación constitucional para conceder al Ejército nipón más capacidades ofensivas.
"No podremos reconstruir a menos que todas las generaciones unan sus fuerzas y todos trabajen duro. Yo misma he abandonado la expresión 'equilibrio entre vida laboral y personal', así que pido a todos que trabajen duro en sus respectivas áreas de especialización por el bien de Japón y para reconstruir el partido. De ahora en adelante, haré todo lo posible con humildad, así que les pido su guía y orientación", ha remachado.
Partido debilitado
Las opciones de Takaichi para terminar reemplazando definitivamente al todavía primer ministro Shigeru Ishiba son enormes porque el PLD, en coalición con su socio menor, el partido Komeito, constituyen la fuerza más numerosa en el Parlamento y los partidos de oposición carecen ahora mismo de la unidad suficiente como para oponerse al mandato.
Takaichi, de momento, tiene la misión de restituir la confianza pública en un partido extremadamente debilitado por una sucesión de fracasos electorales que acabaron erosionando la figura de Ishiba hasta el punto de que decidió abandonar el liderazgo del partido y activar el proceso de sucesión después de solo un año de mandato.
El varapalo final para Ishiba y el PDL llegó en julio de este año, tras una aplastante derrota en las elecciones al Senado. Para entonces, algunos de los políticos más veteranos habían instado al primer ministro a abandonar el cargo antes de que las divisiones se profundizaran y acarrearan un coste electoral mayor para la formación de cara al futuro.