La autoridades policiales de Brasil han terminado este lunes de levantar definitivamente el último reducto del campamento levantado hace poco más de dos meses por los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro a la puertas del cuartel general del Ejército en Brasilia, con la última detención de 1.200 personas.
Agentes de la Policía Militar de Brasilia y de la Fuerza Nacional de Seguridad han acudido a las 7.00 horas (hora local) de este lunes para advertir a los últimos que persistían en permanecer en el campamento donde se gestó el asalto de las sedes de los tres poderes de que disponían de una hora para dejar el lugar.
La desocupación ha tenido lugar sin enfrentamientos, aunque se han registrado algunas detenciones, una vez la mayoría de quienes habían estado acampados optaron por salir antes del último aviso de las autoridades lideradas por los ministros de Defensa, José Múcio, y de la Casa Civil, Rui Costa, cuentan medios brasileños.
El Gobierno de Brasilia ha fletado cerca de cuarenta autobuses para sacar a unos 1.200 rezagados que permanecían todavía en el campamento y ser trasladados a dependencias de la Policía Federal, donde serán interrogados.
Junto a estas 1.200 personas otras 300 fueron detenidas durante los asaltos, de las cuales poco más de 200 permanecen en prisión. La Policía ha informado de que se han identificado al menos una quincena de delitos relacionados con lo ocurrido el domingo en la plaza de los Tres Poderes.
Entre ellos están los de golpe de Estado, lesiones, desórdenes públicos, destrozos de bienes del Estado, posesión de armas y robo, después de que se confirmara que algunos de los asaltantes atacó a periodistas que cubrían lo sucedido para hacerse con sus equipos.
Ante el gran número de detenidos y la falta de espacio en las dependencias policiales de la Policía Federal, han sido trasladados a dos cárceles 176 ellos.
A lo largo de la mañana de este lunes, los agentes iniciaron el desmantelamiento del campamento después de que en la noche del domingo el Ejército no permitiera la entrada de la Policía. Según fuentes del Gobierno a las que tuvo acceso el diario 'O Globo' la negativa podría estar motivada porque muchos de los acampados eran familiares y conocidos de los militares.
En respuesta, el juez del Supremo Alexandre de Moraes, uno de los objetivos de los radicales, ordenó el desmantelamiento del campamento y el cese temporal del gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, después de los actos antidemocráticos que se produjeron el domingo, con el asalto de las sedes de los tres poderes.
En sustitución de Rocha, será la vicegobernadora Celina Leão quien asumirá el liderazgo de la capital, sobre la que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva decretó la intervención federal para asumir la competencias de seguridad.
Asalto
Miles de bolsonaristas entraron de forma violenta en las sedes del Parlamento, la Presidencia y el Supremo, y causaron graves daños en el interior de los mismos durante cuatro horas, hasta que las fuerzas de seguridad actuaron para dispersarlos.
Dino indicó que gobernadores de otros estados brasileños están "cediendo" agentes policiales para "fortalecer la seguridad del Distrito Federal" en los próximos días.
También dijo que pedirán a las Fuerzas Armadas el uso de tropas para apoyar esas labores.
"No vamos a aceptar el camino de la criminalidad para hacer lucha política en Brasil", aseveró Dino.
El dispositivo
El ministro de Justicia también recriminó la actuación de las autoridades del Distrito Federal de Brasilia y advirtió de que serán investigadas posibles "omisiones" en el intento de disuadir a la multitud de radicales bolsonaristas.
Por su parte, el presidente Lula decretó la intervención federal del área de seguridad de la capital brasileña.
La medida, que estará vigente hasta el próximo 31 de enero, implica que los cuerpos y fuerzas de seguridad de Brasilia pasarán ahora a estar bajo control del Gobierno central.
Los hechos, condenados de forma unánime por la comunidad internacional, ocurrieron exactamente una semana después de que Lula asumiera la Presidencia de Brasil.
El episodio vivido hoy en Brasilia recordó a la invasión del Capitolio de Estados Unidos ocurrida el 6 de enero de 2021 por parte de simpatizantes del expresidente Donald Trump, quien guarda una relación de amistad con Bolsonaro.