- La dictadura conyugal cleptocrática, déspota y opresora de Ferdinand e Imelda Marcos en Filipinas (1965-1986) se ha transformado para muchos en el mito de los Marcos compasivos, patriotas y modernizadores del país, un relato que ha catapultado a su hijo Bongbong a las puertas de la presidencia.
“Todo son mentiras, todo lo malo que cuenten de Marcos es falso”, afirma con vehemencia John John, un guarda de seguridad de 32 años, quien añade que la difusión de información adulterada sobre la dinastía viene de “los comunistas”.
Según la última encuesta, Marcos Jr. ganaría los comicios con el 57% de los votos en las elecciones del próximo lunes 9, una mayoría desconcertante para muchos filipinos, que elegirán al sucesor del controvertido presidente, Rodrigo Duterte.
La campaña de desinformación con la que se ha blanqueado la imagen comenzó hace más de dos décadas, pero se ha intensificado en los últimos años.
En 1986, Ferdinand Marcos es derrocado por una revolución pacífica y toda la familia se ve forzada a huir en un avión militar a Hawái (EEUU), donde el dictador murió tres años más tarde.
En el palacio presidencial de Malacañang, que abandonaron a la carrera dejaron una cantidad ingente de artículos de lujo, una colección de más de 3.000 zapatos o joyas únicas valoradas en millones de dólares.
Era un aperitivo del verdadero expolio al erario público que saldría a la luz, estimado entre 5.000 y 10.000 millones y considerado durante años como el mayor robo a un gobierno de la Historia.
Imelda trató de recuperar la presidencia en 1992, presentándose a las elecciones presidenciales poco tiempo después de regresar al archipiélago, pero los años duros de la Ley Marcial estaban demasiado cerca y obtuvo solo el 10% de los votos. Desde entonces, ella y sus hijos han ido ocupando posiciones de poder en el Congreso, el Senado y su feudo regional de Ilocos.