- Las conversaciones entre el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y su homóloga británica, Liz Truss, en Moscú acabaron convirtiéndose ayer en un “diálogo de sordos”, sin que las partes lograran acercar posturas con respecto a la escalada de la tensión en torno a Ucrania. “Parece que nos oímos, pero no nos escuchamos”, dijo el jefe de la diplomacia rusa tras reunirse con Truss en alusión a las diferencias entre las partes, que quedaron patentes también en el curso de la conferencia de prensa conjunta.
Lavrov y Truss se reunieron durante casi dos horas en lo que ha sido la primera visita a Rusia desde 2017 de un ministro británico de Exteriores.
Tanto al inicio de la reunión, como después, las declaraciones de ambos ministros y el lenguaje no verbal dejaron de manifiesto la profundidad de las diferencias que separan a Moscú y Londres.
Lavrov señaló que no se han observado puntos de aproximación con su colega británica, pero confió en que la reunión haya servido al menos para que Occidente comprendiera mejor las preocupaciones rusas. “Nosotros no amenazamos a nadie, miren las declaraciones públicas, no hay ni una sola amenaza. Los amenazados somos nosotros”, insistió.
Según el ministro ruso, durante la reunión escuchó palabras sobre una “agresión” contra Ucrania y las consecuencias que tendría. “¿Pero a qué agresión se refieren? ¿Cuándo ha comenzado?”, preguntó Lavrov, al repetir en varias ocasiones que las tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania se encuentran en su territorio. Lavrov lamentó asimismo que Londres repitiera la exigencia de que Rusia repliegue las tropas de su propio territorio.
Las palabras de Lavrov no le convencieron a Truss, quien no dudó en dejar de manifiesto el desacuerdo entre Moscú y Londres, y subrayó que la parte británica necesita pruebas de la disposición de Rusia a contribuir a una desescalada en la región.
Truss señaló que durante la reunión Lavrov le dijo que Rusia no tiene planes de invadir Ucrania, pero subrayó que el Reino Unido quiere que Moscú lo confirme con “acciones reales”, es decir, con la retirada de más de 100.000 soldados y armamento pesado en la frontera con Ucrania.