- El caos ocupa ahora la base aérea de Bagram tras la salida de las tropas de Estados Unidos de la que fue la mayor fortaleza militar de las fuerzas internacionales en Afganistán, dejando una sensación de inquietud entre los afganos sobre el impacto de la retirada.
Bagram, a unos 70 kilómetros de Kabul, fue abandonada por el último grupo de las fuerzas estadounidenses poco después de la medianoche del pasado viernes, en medio de la oscuridad y sin aviso. “Lo supimos el viernes en la mañana, alrededor de las seis de la mañana, porque no nos informaron sobre la última salida de su último grupo”, dijo a Efe un funcionario de seguridad afgano recién trasladado a la base aérea de Bagram. “Al menos, pudieron habernos hecho el favor de informarnos sobre la salida de su último hombre”, reclamó.
Cuando las fuerzas afganas entraron por la mañana, la base había sido asaltada por los lugareños que treparon los muros de la fortaleza, saquearon las instalaciones e incluso intentaron derribar las paredes para sacar los vehículos del interior. “Cuando nos enteramos, nos apresuramos al interior de la base para evitar el saqueo, arrestamos a unos 70 de ellos, otros huyeron”, relató.
Las fuerzas de la coalición comenzaron la retirada de Afganistán de 2.500 tropas estadounidenses y 7.000 de la OTAN el pasado 1 de mayo tras casi 20 años de guerra, un proceso que se espera que se complete a principios de septiembre. Antes de esto, las tropas italianas y alemanas en las provincias de Herat y Balkh también dejaron sus bases sin anunciar su retirada. “Invadieron Afganistán sin el consentimiento de los afganos y ahora se fueron sin coordinación con nuestras fuerzas de seguridad. Esta es una prueba de lo apáticos e indiferentes que son con nuestra gente y nuestro país”, dijo Ibrahim, un comerciante de 28 años que vende chatarra cerca de la base.
Hasta ahora Bagram podía verse desde la distancia como una luminosa ciudad e incluso los pueblos alrededor destellaban con luces de la base. “Hoy en día, todas las luces grandes están apagadas, el área parece un cementerio, los estadounidenses dejaron un cementerio, no una base aérea”, lamentó.
La gran fortaleza albergó hasta 100.000 soldados de la coalición, y desde allí se llevaron a cabo la mayoría de sus operaciones aéreas y ataques contra la insurgencia en las dos décadas de guerra.
La base fue equipada con tecnología de guerra moderna por las fuerzas estadounidenses y, a pesar de los constantes ataques con cohetes y morteros de los talibanes, nadie se sentía inseguro dentro gracias al complejo sistema de defensa. Bagram todavía alberga una controvertida cárcel en la que cientos de combatientes talibanes han estado detenidos durante años.
Ahora “cada hangar y habitación dentro de la base está a oscuras como una tumba, no hay electricidad, no sabemos desde dónde encender o apagar los generadores de electricidad”, detalló otro oficial de seguridad. Cada torre de vigilancia tiene puertas protegidas con contraseña, sin pista de las claves, “nuestros soldados no pudieron usar esas puertas para subir a las torres de vigilancia”, explicó.
Los afganos ahora deben poner en marcha la base con equipo básico, porque los estadounidenses, aseguró, “quitaron todos los sistemas defensivos y de vigilancia y el equipo moderno, que estaban usando para la seguridad de la base”.
La retirada de Estados Unidos de Bagram deja también un efecto negativo en la seguridad y la vida diaria de los ciudadanos alrededor de la base y las aldeas cercanas. “Vendíamos entre 60.000 y 70.000 afganis (750 y 875 dólares) por día, pero ahora ni siquiera podemos vender cosas por más de 500 afganis”, relató Ahmad Rashid, un vendedor de artículos de segunda mano que negoció con los estadounidenses durante los últimos ocho años. Los residentes además temen por su seguridad y una eventual llegada de los talibanes al territorio. “No sabemos qué hacer después de esto, ¿deberíamos salir del país o no? Porque la situación del Gobierno tampoco es buena”, dijo Rashid.
La retirada de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN coincide con un aumento de los ataques de los talibanes, que desde el 1 de mayo han capturado más de 80 centros de distrito y acechan varias capitales provinciales.