rump continúa denunciando “fraude electoral” sin pruebas, sin importarle las consecuencias políticas de sus palabras y, sin vergüenza. El presidente sigue invirtiendo tiempo y dinero en las 46 causas presentadas por Rudy Giuliani ante los tribunales, todas las cuales han sido desestimadas excepto una, porque algo sí que ha conseguido este diligente abogado: Se han detectado dos casos de fraude electoral en Pensilvania, en ambos casos en favor de Trump… Otro gran éxito de este equipo legal ha sido que el comité electoral republicano ha invertido tres millones de dólares en el recuento de votos en Wisconsin para encontrar que, en el condado de Milwaukee, el más poblado del estado, se habían contado 132 votos de menos, todos ellos en favor de Biden. Además, ésta es una mínima porción de los 450.000 votos totales emitidos, por lo que se entierra definitivamente la idea de fraude electoral masivo. Y, en suma, el gran éxito de la intervención legal del equipo de Rudy ha sido que, hasta el pasado viernes por la mañana, el recuento total a nivel federal ha registrado 81,2 millones de votos en favor de Biden, más que nadie en la historia de los Estados Unidos, siete millones de votos más que el candidato naranja. Biden y Harris deberían estar más contentos con Rudy.
Pero todo esto no preocupa a Trump, que está dedicando uno de cada tres días a jugar al golf en instalaciones de su propiedad, facturando cuentas astronómicas a las arcas del estado en materias de interés nacional como alquiler de carritos de golf y otros elementos necesarios para el ejercicio de sus funciones presidenciales. El fiscal general de Washington D.C. presentó en enero una demanda contra Ivanka Trump por permitir que el comité a cargo de organizar los eventos relacionados con su discurso de inauguración pagase más del doble de la tarifa de mercado para reservar un espacio en uno de los hoteles de su padre. Hoy asegura Ivanka que dicha investigación “es derrochar el dinero de los contribuyentes”. Según un análisis de The Huffington Post, entre el momento en que asumió el cargo y el día de las elecciones, Trump ha recaudado casi ocho millones de dólares en concepto de alquiler de espacios en la Trump Tower de New York, sus campos de golf y en sus hoteles, en particular el que está a unas pocas cuadras de la Casa Blanca, en Washington D.C.
Entre tanto, su público sigue mordiendo el anzuelo: Desde el 3 de noviembre, su comité electoral ha lanzado más de 525 mensajes invitando a sus seguidores a donar sumas de dinero con el fin de “corregir” el resultado electoral. Tal como apunta el Washington Post, el lenguaje de estos mensajes es a menudo hiperbólico y el único argumento es la usurpación de votos, sin base probatoria alguna. Envía mensajes como: “Contribuye con cinco dólares inmediatamente para proteger estas elecciones de la izquierda radical; tú puedes aumentar nuestro impacto en un 1.000%”. Tal como ha asegurado John Cassidy, reportero de The New Yorker, quien desee ver de primera mano cómo funciona el mundo de Donald, que se registre en la página web de su campaña; todavía está activa. “He estado recibiendo mensajes de texto y correos electrónicos todos los días -afirma el reportero-, supuestamente de Trump y de sus hijos, pidiendo dinero. Mensajes como éste: “Soy Don Jr. He hablado con mi padre y ha reactivado tu oferta del 1.000% por una hora más...! Dona ahora”.
No deja de sorprender la capacidad de persuasión humana, pero impresiona aún más la capacidad del ser humano para dejarse embaucar: La mentira y el engaño han recaudado en 30 días la nada despreciable cifra de 207 millones de dólares (casi siete millones de dólares diarios).
Brendan Fischer, director del Campaign Legal Center, ha afirmado que “los donantes que aportan dinero a Trump pensando que están financiando un fondo oficial de defensa electoral están de hecho ayudando a sufragar la deuda de su campaña o sus operaciones políticas post-presidenciales”. Esto es, el donante que está contribuyendo para “detener el fraude” no se da cuenta de que su dinero está siendo redirigido hacia el pago de la deuda Trumpiana o la financiación de su comité de acción política. En vista del éxito de las dos primeras semanas de la campaña de recaudación, el 18 de noviembre, el comité denominado Make America Great Again llegó a un acuerdo con el comité Save America que preside personalmente Trump, a fin de recaudar fondos conjuntamente. Un día más tarde el porcentaje que percibe el comité Save America había ascendido de un 60% a un 75% del total de los fondos recaudados. Más aún, la letra pequeña del acuerdo regula que el dinero ingresa a la cuenta “para detener el fraude electoral” sólo después de que se alcanza el umbral de los 5.000 dólares. Hasta ese límite todo va a parar a Save America. En otras palabras, a pesar de que se usa el fraude electoral como anzuelo, un donante tiene que aportar más de 5.000 dólares para que su dinero sea destinado a frenar el fraude electoral y, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las donaciones no pasan de 100 dólares, apenas nada se usa con ese fin. Según el donante republicano Dan Eberhart al Washington Post, “Trump está haciendo heno mientras brilla el sol. Está aprovechando la cobertura gratuita que le brindan los medios de comunicación para sufragar la deuda de su campaña electoral y llenar sus arcas para lo que venga después”.
Save America es un comité de acción política “de liderazgo”, con normas y limitaciones mucho menos estrictas que las que regulan los gastos de otros comités de acción. En consecuencia, si bien existen ciertas restricciones con respecto a la utilización de los fondos procedentes de las donaciones, este dinero puede utilizarse para sufragar eventos en los hoteles o en los campos de golf del presidente, para financiar sus viajes o para costear sus gastos personales. El presidente puede utilizarlo incluso para realizar pagos en efectivo. Paul S. Ryan, abogado especialista en la financiación de campañas, ha afirmado para The New Yorker que “Trump podría decidir pagarse a sí mismo un millón de dólares al año con este fondo. Eso es legal”. En palabras de Stuart Stevens, consultor de la campaña de Mitt Romney, Trump ha orquestado una estafa con la total aquiescencia del Partido Republicano. En suma, Trump tiene montada una versión política del viejo timo de “cebo y cambio”.
Pero “el hombre más honesto del país” no es el único que se está lucrando en este juego de la conspiración electoral. Según ha anunciado el New York Times, el comité de Partido Republicano controlado por Trump está abonando a su amiguísimo Rudy 20.000 dólares al día por su tremendo -además de muy exitoso- trabajo legal. Al fin, no estaba mal encaminado Trump cuando aseguró que era un cheerleader. De hecho, ambos los son: Estamos asistiendo a los últimos episodios del show de Donald y Rudy que se seguirá emitiendo mientras siga excitando la venta de entradas.
Entre tanto, esta última semana ha habido 1.157.703 nuevos casos de covid-19 y han muerto 13.275 personas. Más de 285.000 ciudadanos han perdido la vida, sin que el presidente haya hecho nada, sin que haya siquiera pensado en ellas mientras juega al golf a costa del erario público.