a política ha radicalizado la sociedad estadounidense actual a tal extremo que las presidenciales de este año se salen de madre por todos los costados. Y la primera víctima de esta crispación ha sido el sentido común.
Así, y de creerse uno lo que escribe la Prensa y declaran los políticos, ahora no compiten por la presidencia el demócrata Biden y el republicano Trump -dos seres humanos de lo más corrientito-, sino dos entelequias perfectas moralmente, omnisapientes intelectualmente, más virginales que la madre de Dios y más bondadosos que la Divina Providencia. O, al revés, la Casa Blanca se la disputan en estos momentos Satanás y Belcebú.
Evidente y afortunadamente, no es verdad ni lo que publica la Prensa ni mucho menos, lo que se echan en cara los partidos. Pero la triste realidad es que, por una serie de razones que han afectado en distinta medida a todo el mundo rico, en los EEUU la sociedad está más desorientada que nunca. Nadie analiza con un mínimo de objetividad hechos y promesas ni nadie quiere situar en su contexto histórico los acontecimientos del pasado. La única verdad que se acepta (por impotencia intelectual) es la propia ignorancia y voluntad.
Esto explica la fruición con que se aceptan denuncias de violación de unos hechos indemostrables porque ocurrieron decenios atrás o porque no hay más prueba que las declaraciones de los denunciantes. O la psicosis de culpabilidad que se va imponiendo en los EEUU blancos por la economía esclavista que imperaba en toda América y buena parte del mundo hace cinco siglos. Y, naturalmente, nadie en América, África o Asia levanta un dedo para denigrar a los negros y asiáticos que capturaban y vendían los esclavo hace 500 años o embadurnan las estatuas de Cervantes... Un Cervantes culpable de haber sido tan español como los que -al igual que ingleses, franceses y holandeses- comerciaban por aquél entonces, entre otras cosas, con esclavos negros.
En el mismo surco psico-intelectual se ubican los torturadores de la cultura que reclaman que en las universidades e institutos de población mayormente afroamericana se enseñe el “slang” local antes que el inglés clásico porque -dicen- los del afro inglés están en desventaja a la hora de examinarse porque no se editan libros y diarios en su jerga ni se emiten programas de TV en “su” idioma y para ellos.
Ejemplos de este tipo de aberraciones los hay hasta la saciedad en los EEUU y esperpentos similares se dan en todas partes, como también abundan los intentos de explicarla.
Uno de los más tímidos y más antiguo es el que atribuye la situación actual a la mala administración moral del bienestar de los últimos 50 años: en vista de que la vida se había vuelto más fácil y muelle en el mundo industrial, la sociedad abandonó cada vez más la ética del esfuerzo y superación. No interesaba saber y poder más; lo decisivo era vivir sin dar golpe y sin saber nada. Total, con echar un vistazo a internet uno podía -y aún puede- saber al cabo de unos minutos quien fue Colón…o la hora que es.
La votación anticipada ha empezado ya y, según algunos informes, con auténtica saña, pero nadie sabe si hay más entusiasmo entre quienes quieren evitar a toda costa cuatro años más de Trump, o quienes lo ven como el salvador de un país a punto de desgarrarse en manos de la progresía.
Si los resultados no son contundentes, es posible que no sepamos quién ha ganado ni siquiera el día de la toma de posesión pero, de ocurrir eso, lo que sí sabemos es que los próximos meses desarrollarán culto y furor por y en contra de ambos candidatos.