n el ambiente tenso y polarizado de la política norteamericana, donde las elecciones de noviembre presentan dos campos con casi nada en común, hay un punto que preocupa tanto a progresistas como a conservadores: la persistente amenaza del covid-19 y el constante aumento de personas fallecidas por su causa.
Porque, si bien en Estados Unidos las muertes entre los enfermos de covid son proporcionalmente la mitad que en España, los índices de contagio son bastante más altos y con ello la preocupación alcanza a todas las capas de población independientemente de los credos políticos.
Pero si este temor al covid es común, en cambio la estrategia que demócratas y republicanos recomiendan para combatirlo es muy diferente. Por razones electorales, los demócratas presentan un panorama desolador bajo la tutela de Donald Trump, mientras que los republicanos buscan los aspectos menos negativos para aupar su candidato.
Así, mientras los demócratas y sus aliados en el sindicato de maestros tratan desesperadamente de mantener las aulas cerradas, los republicanos insisten en la necesidad de una enseñanza presencial, algo que además de beneficiar a los estudiantes, da una sensación de normalidad que hace bajar la sensación de alarma y aumenta la confianza en el gobierno actual.
Donde más curioso resulta el enfrentamiento entre ambos bandos es ante la tan esperada vacuna contra el covid-19: la Casa Blanca ha decidido que esté a disposición del público a partir del 1 de noviembre mientras que los demócratas tratan de frenar el proceso€ Por lo menos hasta que la población haya votado.
Y es que las elecciones generales, tanto para la Casa Blanca, como para gobernadores y diputados, tanto federales como estatales, se celebran el 3 de noviembre y ninguno de los dos partidos quieren que el virus pueda servir de ventaja a sus rivales.
Así, por ejemplo, si la vacuna de Astra Zeneca debería estar disponible el día 1 de noviembre, el plasma con anticuerpos para combatir o evitar la enfermedad está aprobado ya. Es algo que ha suscitado debates entre médicos y este proceso, como corresponde a un tenso período electoral, se lleva a cabo a la luz del día, a través de artículos publicados en medios. Informativos.
Un ejemplo de esto es la dura crítica lanzada contra Stephen Hahn, director del FDA, centro federal que controla la aprobación de nuevos fármacos (Food and Drug Administration-Control de Medicinas y Alimentos). En una carta abierta publicada en una revista médica, el doctor Topol lo critica duramente por haberse precipitado a aprobar una vacuna que todavía está en período de pruebas y por defender el uso del plasma.
El autor de ese artículo, es Erik Topol , director de la revista médica Medscape, un punto de referencia para los profesionales dentro y fuera del país. Sus palabras no son un ataque exclusivamente contra Hahn, sino también una crítica indirecta al presidente Trump, por haber presionado a que se aprueben tanto las vacunas contra el covid como el uso del plasma.
El debate entre especialistas es habitual y se mantendrá, quizá con menos ribetes políticos a partir de noviembre, pero es interesante señalar que también en Europa la vacuna de Astra Zeneca estará disponible en noviembre, sin necesidad de implicaciones electorales.
Para Trump, cuya campaña contra el candidato demócrata, Joe Biden, es cada día más pareja, cuesta creer que la disponibilidad de la vacuna dos días antes de los comicios vaya a tener un gran efecto.
Mucho mejor sería -para él y para el país- que continúe la bajada general de contagios (se ha pasado de 66 mil casos diarios en julio a 30 mil en el mejor día de septiembre) y especialmente que también se reduzca el número de muertos como ha ido ocurriendo (en la última semana el índice de mortalidad entre los contagiados se redujo en un 7%).
Irónicamente, de continuar la tendencia actual, debida en parte a una mayor cautela de la población, además de los avances en los centros médicos que van aprendiendo a tratar la enfermedad y cuentan con más armas en su arsenal, es posible que el covid haya perdido tanto en virulencia sanitaria como política y que, dentro de dos meses, las elecciones vuelvan a su patrón habitual, que es el bolsillo.
Pero la actitud de los votantes el 3 de noviembre, ya sea por las perspectivas económicas o las preocupaciones sanitarias, quizá tenga menos influencia que en otros comicios anteriores: un porcentaje creciente de la población vota ya en octubre en los colegios electorales que permiten el sufragio adelantado. Y está además del voto por correo, que posiblemente obligará a varios recuentos, lo que tal vez impida conocer, hasta varias semanas después, si será Biden o Trump quien ocupará la Casa Blanca hasta 2024.