El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este miércoles una orden ejecutiva con la que congela durante al menos 60 días la inmigración al país bajo el pretexto de la destrucción de empleos provocada por la crisis del COVID-19.
Trump firmó la orden cuando los casos confirmados de coronavirus en EE.UU. rozan los 850.000 tras sumar otros 30.000 este miércoles y los fallecidos superan los 47.500 con la muerte en las últimas 24 horas de 2.300 personas.
La medida de Trump tiene como objetivo principal la reducción de permisos de residencia permanente, conocidos como "green cards", aunque su eficacia real durante la pandemia es dudosa ya que EE.UU. ha reducido a mínimos sus servicios consulares de visados.
En condiciones normales, la medida impulsada por Trump afectaría a unas 26.000 personas cada mes, según datos del Migration Policy Institute, con sede en Washington.
Si Trump extiende la medida más allá de los 60 días inicialmente previstos, el total de inmigrantes que podrían perder el acceso a permisos de residencia permanente son 358.000 al año, según los cálculos de la firma de abogados Bountless.
La medida, por lo tanto, lograría reducir en aproximadamente un 33 % la emisión anual de 1,1 millones de "green cards".
Cerco a la reunificación familiar
La letra pequeña del decreto apunta a una de las obsesiones de Trump y de su principal asesor en migración, Stephen Miller: la reunificación familiar.
Durante este periodo de excepción, tan solo cónyuges extranjeros de ciudadanos estadounidenses o hijos menores de 21 años podrán acceder a un permiso de residencia permanente, excluyendo a progenitores, hermanos o hijos independientemente de la edad, como indica la ley. También excluye a cónyuges e hijos de residentes permanentes.
Bountless dijo que, "mientras esta proclamación esté vigente, los padres, hermanos e hijos adultos de ciudadanos estadounidenses, así como cónyuges e hijos pequeños de residentes permanentes, simplemente no podrán comenzar una nueva vida juntos en Estados Unidos".
Trump ha bautizado peyorativamente a la reunificación familiar como "migración en cadena" y ha tratado sin éxito de impulsar su reforma en el Congreso.
Médicos e inversores, bienvenidos
El decreto establece excepciones y pone énfasis en profesionales médicos o de investigación que tengan como objetivo "combatir la propagación de COVID-19", que se encontrarán las puertas de EE.UU. abiertas, así como otras profesiones que no especifica relacionadas con contener el virus.
Estados Unidos también mantendrá abiertas las puertas para los extranjeros que traten de instalarse en el país a través de un visado de inversionista, que requiere invertir al menos 900.000 dólares en un negocio.
Los visados temporales de trabajo, como los agrícolas, entre muchos otros, quedan de momento fuera de la suspensión, pero el decreto establece un periodo de 30 días para revisar estos programas.
Animales infectados
Además del decreto migratorio, que Trump justifica con la masiva destrucción de empleos de las últimas semanas en Estados Unidos, la jornada dejó la confirmación del COVID-19 en cinco tigres (uno ya conocido) y tres leones en el Zoo del Bronx.
Todavía se cree que fue un empleado del zoológico quien contagió a los ocho felinos, que están bien y según los funcionarios se comportan normalmente, comen bien y su tos se ha reducido de forma considerable.
Precisamente hoy trascendió que otros dos felinos, en este caso dos gatos domésticos del estado de Nueva York, dieron positivo de COVID-19, y se han convertido en los primeros casos de mascotas detectados en Estados Unidos.
Tatuajes y manicura
El gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp, fue uno de los que respondió al llamamiento de Trump para "reabrir" la economía, aunque el propio presidente criticó este martes que haya incluido salones de uñas y tatuajes o boleras en sus planes de reapertura.
"¿Lo haría yo? No. Quiero proteger vidas. Pero voy a dejarle (a Kemp) tomar la decisión. Pero le he dicho que estoy totalmente en desacuerdo", dijo Trump, que agregó que es "demasiado pronto" para abrir este tipo de negocios.
Kemp, sin embargo, se mantuvo firme con sus planes que, según dijo, buscan "proteger las vidas y los sustentos" de los ciudadanos de Georgia.