Teherán - El ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, aseguró ayer que el diálogo representa “una amenaza existencial” para la agenda en Oriente Medio de Estados Unidos y sus aliados, a los que acusó de no buscar la paz en la región. Zarif debía ser el interlocutor en un eventual diálogo con EEUU para rebajar las actuales tensiones, pero las sanciones impuestas el miércoles por el Gobierno estadounidense apartan de este rol al diplomático, que ocupa la cartera de Exteriores de Irán desde 2013. “Sabemos que pedir diálogo y paz es una amenaza existencial para el Equipo B”, respondió el jefe de la diplomacia iraní, quien este miércoles había vuelto a mostrarse abierto a conversaciones con los países vecinos. Entre esos vecinos se encuentra Arabia Saudí, parte del llamado “Equipo B” por Zarif y que se disputa con la República Islámica la influencia en la región, apoyando a bandos distintos en conflictos como el yemení o el sirio.

El Equipo B está formado por cuatro figuras con una política hostil hacia Irán y cuyos nombres cuentan con esa letra: el asesor de seguridad nacional estadounidense, John Bolton; el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y los príncipes herederos de Arabia Saudí y Abu Dabi, Bin Salman y Bin Zayed al Nahyan, respectivamente.

No obstante, la percepción iraní sobre Emiratos Árabes Unidos (EAU) ha mejorado recientemente después de que ese país redujera su presencia militar en el Yemen, donde apoya a la coalición liderada por Arabia Saudí contra los rebeldes hutíes, próximos a Irán. Además, comandantes de los guardias fronterizos de Irán y EAU firmaron ayer jueves un acuerdo en Teherán para fortalecer la cooperación de seguridad en las fronteras comunes en el golfo Pérsico.

El golfo Pérsico es escenario de una escalada de la tensión desde el pasado mayo debido a que ha habido varios ataques a petroleros y buques cisterna de los que EEUU, Israel y Arabia Saudí han responsabilizado a Irán, que se ha desvinculado de los mismos. Las autoridades iraníes sí reconocieron el derribo de un dron estadounidense el pasado junio y, pocos días después, Washington anunció sanciones contra el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, y adelantó que haría lo mismo con Zarif.

El Gobierno estadounidense justificó sus sanciones contra Zarif, que congelan todos los bienes que pueda tener en EEUU y le prohíben hacer transacciones financieras con cualquier ciudadano estadounidense, alegando que es el “principal portavoz” del régimen iraní y que es “cómplice” de sus “actividades malignas” en la región.

Dado que el motivo son sus “palabras”, Zarif preguntó: “¿necesitarán las personas de EEUU la licencia de la OFAC (Oficina para el Control de Activos Extranjeros) para involucrarse conmigo leyendo mis escritos o escuchando mis entrevistas?”. “Gracias por considerarme una gran amenaza para su agenda”, se mofó Zarif en un mensaje en Twitter, en el que indicó que las sanciones no le afectan porque no tiene propiedades u otros intereses fuera de Irán.

Las sanciones contra el ministro iraní de Exteriores se retrasaron porque algunos sectores del Gobierno de EEUU, especialmente en el Departamento de Estado, consideraban que ese castigo cerraría la puerta a la diplomacia.