El Cairo - Más de una decena de civiles perdieron ayer la vida en el noroeste de Siria y se suman al centenar de víctimas mortales de esta semana especialmente sangrienta, que pone en duda la eficacia del acuerdo entre Rusia y Turquía, que desde octubre había protegido el último bastión rebelde del país. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, once personas, incluidos dos niños, fallecieron ayer por bombardeos de la aviación siria contra la población de Ariha, en el sur de la provincia de Idlib, controlada casi por completo por grupos armados opositores.
Otro niño murió por los ataques aéreos gubernamentales en las afueras de Kafr Auid, también en Idlib, donde en los pasados días se han concentrado las operaciones de la aviación siria y de su principal aliado, Rusia, que no han dejado de golpear las poblaciones controladas por los rebeldes e islamistas.
La Defensa Civil Siria, que desarrolla labores de rescate en áreas que escapan al control de Damasco, ha difundido imágenes en las que se puede ver cómo una niña aún con vida es salvada de debajo de los escombros de un edificio que se ha derrumbado por el impacto de las bombas.
Los también conocidos como cascos blancos han denunciado en Twitter que el mundo ha perdido interés por “el continuo derramamiento de sangre de civiles en Siria”, pero el grupo -asegura- busca “dar voz a los ‘sin voz’”.
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció el viernes la “aparente indiferencia internacional” ante los ataques del Ejército sirio y sus aliados en el noroeste de Siria, donde un total de 103 personas, entre ellas 26 niños, han muerto en los últimos 10 días.
El lunes la violencia alcanzó su punto álgido con la muerte de casi 40 civiles en Maarat al Numan (sur de Idlib) en un bombardeo atribuido a la aviación rusa por los cascos blancos” y el Observatorio, que fue desmentido por Rusia. - Efe