Estambul - El Gobierno turco prometió ayer las primeras medidas concretas desde que arreció la crisis devaluatoria de la lira, asegurando que cortará gasto público y luchará contra la inflación, al mismo tiempo que negaba que la economía del país precise de un rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI). “Aplicaremos una política fiscal más ajustada; las reformas estructurales son nuestra prioridad”, dijo el ministro de Finanzas turco, Berat Albayrak, durante una teleconferencia con cerca de 4.000 inversores, con la que buscaba tranquilizar a los mercados y mejorar la confianza en la economía turca.

Albayrak, yerno del presidente Recep Tayyip Erdogan y uno de los ministros con más protagonismo, prometió recortar gasto público, aumentar el superávit primario, reducir la disparada inflación y “flexibilizar” el mercado laboral. Entre esos propósitos, el ministro destacó que “la mayor prioridad” es reducir la inflación -actualmente en el 15% interanual- y prometió “reconducirla cuanto antes a cifras de un dígito, si fuera posible”. “En la lucha contra la inflación utilizaremos todas las tácticas que el Banco Central necesite”, prometió.

Todos los economistas consultados por Efe coinciden en que el banco emisor debería aprobar una subida drástica de los tipos de interés, una política a la que se ha opuesto hasta ahora Erdogan, al que los cambios constitucionales que entraron en vigor el pasado julio le conceden mucho control sobre esa institución. Los tipos están desde junio en el 17,75%, poco por encima de la inflación. El ministro subrayó que “no hay plan de acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI)”, una salida que muchos analistas consideran necesaria para estabilizar la lira turca, que se ha devaluado un 30% en lo que va de año.

“Nuestra moneda no está al descubierto”, aseguró Albayrak, quien agregó que las empresas turcas “pueden hacer frente a sus deudas a corto plazo” y negó que se haya experimentado recientemente una importante retirada de fondos de los bancos.

Durante su mensaje a los inversores, la lira fue ganando valor, pero volvió a bajar al terminar la teleconferencia, situándose en los niveles de esta mañana. Así, la moneda turca vivió ayer su tercera jornada consecutiva de recuperación. Desde los mínimos históricos del lunes pasado, cuando la lira se cambiaba a 7 unidades por dólar y 8 por euro, la moneda ha subido un 20% hasta cotizar a 5,8 y 6,6, respectivamente.

Contactos con europa Los dirigentes turcos multiplicaron ayer sus contactos con líderes europeos, en lo que la prensa interpreta como un intento de acercamiento en un momento en el que la históricamente buena relación de Ankara con Estados Unidos pasa por su peor momento. Los dos países están en abierta guerra arancelaria y Ankara duplicó este miércoles las tasas aduaneras que impuso el pasado junio a numerosos productos estadounidenses, en respuesta al aumento de los aranceles al acero y aluminio turco anunciado por Washington la semana pasada.

Además, o paralelamente, al litigio comercial, los dos países tienen frentes diplomáticos abiertos.

Turquía no ha cedido a la exigencia de Washington de poner en libertad al sacerdote protestante Andrew Brunson, que lleva casi dos años en prisión preventiva en Turquía bajo acusaciones de “vínculos terroristas” que sus defensores consideran fabricados. Pero la puesta en libertad de dos soldados griegos presos desde marzo, decretada el martes, y la liberación del presidente de Amnistía Internacional en Turquía, la víspera, parecen gestos positivos frente a la opinión pública europea.

Además, Erdogan, que ya el miércoles habló con la canciller alemana, Angela Merkel, se entrevistó ayer por teléfono con su homólogo francés, Emmanuel Macron, y ambos líderes enfatizaron la importancia de mejorar las “inversiones” y “relaciones económicas y comerciales” bilaterales, según la agencia turca Anadolu.

La lira también pudo verse fortalecida por el anuncio, realizado el miércoles por la Presidencia turca, de que el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, que visitó a Erdogan en Ankara, ha prometido “aplicar pronto” inversiones por 15.000 millones de dólares. En los últimos años, el Gobierno turco ha intentado a menudo atraer el “dinero caliente” de los fondos de inversión árabes para equilibrar el déficit comercial que lastra la economía turca, con un crecimiento rápido pero basado en gran parte en el consumo interno y el endeudamiento de empresas y particulares.