Como aquel sabio que solo pidió un punto de apoyo para mover el mundo, este grupo de jóvenes surcoreanos hacen lo propio y confían en que el apretón de manos de ayer entre los presidentes de Corea del Norte y Corea del Sur signifique el inicio de una nueva era basada en la colaboración y el entendimiento, y quién sabe si el resurgir de una nación reunificada. Las voces de Seung-bin Lee, de Hamyrul Kim, de Sinhyun Yoon, de Yeji Song y de Heegu Tany son ejemplo de una sólida corriente juvenil cansada de malos rollos, del miedo y de las mentiras. “Es el único país dividido. Y eso tiene que solucionarse”, dicen casi al unísono Hamyrul Kim y Sinhyun Yoon.
Ellos dos, como el resto de componentes de esta humilde colonia surcoreana en Bilbao, no solo comparten estudios en el campus bilbaíno de Mondragon Unibertsitatea, también enfilan hacia una misma dirección sus sentimientos y reflexiones cuando echan la mirada hacia atrás, pero sobre todo cuando imaginan el mañana. El suyo y el de sus compatriotas. Es precisamente Sinhyun Yoon, uno de los más jóvenes, quien entona las palabras concordia y conciliación para referirse a la cumbre de ayer, la primera tras once años de tiranteces políticas entre ambas administraciones. “Hemos vivido una separación del país basada en la violencia y ahora tengo la esperanza de que se abra un nuevo escenario para todos basado en la paz”, subrayaba en declaraciones a DNA.
“Y quiero que se acabe la guerra ya”, descargaba este alumno del Grado en Liderazgo Emprendedor e Innovación (LEINN) en su versión internacional. Durante los próximos cuatro años compartirá -y deberá poner en marcha- proyectos empresariales reales con aprendices de otras nacionalidades: estadounidenses, chinos, costarricenses... El curso que viene lo estudiará y practicará en Estados Unidos, pero siempre sin perder la perspectiva de su país, predice.
A su lado, Hamyrul Kim, atiende con una amplia sonrisa a las palabras de su amigo y aporta un dato: en las dos Coreas, a día de hoy, todos los jóvenes tienen que hacer el servicio militar “para protegerse los unos de los otros. Miedo...” acierta a exponer, aunque recupera pronto su semblante alegre y fantasea con “un nuevo periodo de diálogo y paz. Y espero que el servicio militar no sea necesario para las generaciones futuras. Estoy supercontento porque no tendré que ir al servicio militar”, apostilla.
Y continúa aportando esperanza a sus opiniones cuando acude a la historia para lamentar el hecho de que Corea esté enemistada políticamente y rota administrativamente en universos completamente antagonistas. “Se aproxima un sentimiento de paz para el país. Y espero que sea para largo” zanja Hamyrul. Una ilusionante reflexión que también firma Yeji Song.
“Esa división de opiniones que ha habido hasta ahora espero que quede atrás y que la reunión de hoy [por ayer] sea el punto de inicio para empezar a colaborar. Estoy muy interesada en saber qué se han dicho los dos presidentes”, manifestaba esta joven mientras recolocaba sus gafas. Y es que, como acertadamente agregaba, norcoreanos y surcoreanos llevaban más de diez años sin noticias unos de otros. “Este acontecimiento es un punto de inflexión”, remataba.
La otra voz femenina, Heegu Tany, [no pudo estar para la fotografía] prefiere domar la euforia inicial y apela a la cautela cuando analiza la reunión entre Moon Jae-in y Kim Jong-un. “Es algo inesperado. Hace años ya intentaron acabar con la guerra pero Corea del Norte siguió con el programa nuclear, los misiles... Estoy contenta, pero hay que permanecer en alerta por si es alguna estrategia...”, declaraba. Más breve se mostraba Seung-bin Lee: “Es un acontecimiento increíble e histórico”, resumía. Él tiene amigos que escaparon del Norte. “He escuchado historias horribles sobre la comida, la educación, las relaciones sociales,? Esas condiciones de vida no son humanas”, denunciaba.