Sao Bernardo do Campo - Con pulso firme y voz aguerrida, Luiz Inácio Lula da Silva, el más popular líder de la izquierda brasileña, advirtió a una militancia inconsolable que no detendrán sus ideas: “Cuantos más días me dejen preso, más Lulas van a nacer”.

En el día “más indignante de su vida”, a punto de entrar en prisión, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) emocionó a su militancia, la misma que durante dos días se concentró a las puertas del sindicato de los metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo para expresar su apoyo “al guerrero del pueblo brasileño”.

Una marea de camisetas rojas, muchas de ellas con el rostro estampado de Lula, ocuparon varias calles de esta localidad situada en el cinturón industrial de Sao Paulo para escuchar las últimas palabras de su líder antes del encarcelamiento.

Su militancia le pidió “resistencia”, pero Lula advirtió que “la muerte de un combatiente no para la revolución” y que seguirá soñando en “a través de la cabeza” de sus simpatizantes. El mensaje caló hondo y dejó un mar de lágrimas. Sus seguidores digirieron entonces la noticia que él había dado minutos antes: iba a entregarse a las autoridades para cumplir una condena de 12 años de cárcel y un mes por corrupción pasiva y lavado de dinero.

El extornero mecánico, de 72 años, escribió un nuevo capítulo en su intensa carrera política, que fue conocida mundialmente por sacar de la pobreza a 28 millones de personas en Brasil, pero que en los últimos años se ha visto empañada por varios escándalos de corrupción.

“Esto es una injusticia, pero sus palabras me dan más fuerza para seguir luchando. Ahora hay millones de Lulas. Como él dijo, podrán detener a Lula, pero no sus ideas”, asegura entre lágrimas Barbara Oliveira, una joven de 23 años.

La tristeza se apoderó de la izquierda, reflejada en el llanto inconsolable de muchas personas, en los abrazos de consuelo y en los mensajes de rabia e indignación que se multiplicaban en el sindicato de los metalúrgicos, testigo del despertar y el ocaso del líder más carismático de Brasil.

Lula fue gobernante en la época dorada de Brasil y se enorgullece haber ampliado la clase media brasileña y permitido que “los pobres viajen en avión, pero su figura y la de su partido se han visto salpicadas por el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil. “Es muy duro ver a Lula siendo preso de nuevo. Yo y lo vi durante la huelga de los 80. Lula es digno”, sostiene la profesora de Historia María Nucia Minoto.

Sereno, pero con la preocupación reflejada en su rostro, Lula estuvo acompañado por sus principales aliados y por su delfín político, Dilma Rousseff: “No sería lo que soy si no fuera por ella”, dijo.

Rousseff ha sido en un pilar fundamental de Lula en los últimos días, cuando el cerco de la justicia se ha estrechado contra él, retribuyéndole el apoyo que el expresidente le dio durante el juicio político que llevó a su destitución en 2016.

En la época del impeachment, considerado como un golpe de Estado por la izquierda, la militancia del Partido de los Trabajadores convirtió en himno la canción Apesar de você, compuesta por Chico Buarque en 1970 para criticar la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985. La canción, un canto a la esperanza, fue recuperada ayer para despedir al expresidente, quien aseguró que en Brasil “hay millones de Lulas que continuarán defendiendo sus ideas”.

Como un héroe, Lula salió cargado en hombros por la militancia y advirtió que entraría en la cárcel con la “cabeza erguida”, pero que saldrá de ella con el “pecho hinchado”.

“Lula es la esperanza ¿Y cómo van a detener la esperanza?”, cuestionó una militante llena de lágrimas.

“Ocupar Brasilia y Curitiva” Por su parte, la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, convocó a la militancia de izquierdas a “ocupar” Brasilia y Curitiba, ciudad del sur del país en la que ya estará recluído Lula da Silva hasta que el expresidente brasileño sea liberado. “Ahora mismo comenzamos la campaña. Vamos para Curitiba, vamos para Brasilia, vamos acampar allá hasta conseguir la liberación del compañero Lula”, dijo Hoffmann a las puertas del sindicato. Hoffmann se dirigió a miles de personas que se apiñaron desde el pasado jueves frente al sindicato en apoyo al expresidente y aseguró que “desde este domingo” las fuerzas de izquierdas “estarán en Curitiba y en Brasilia, en este último caso exigiendo la libertad de Lula ante “los magistrados golpistas de la Corte Suprema”.

“No vamos a descansar”, enfatizó la presidenta del PT, cuando Lula aún estaba en el sindicato tras dirigirse a sus simpatizantes y anunciar que se iba a presentar a las autoridades para comenzar a cumplir la pena impuesta.

En la que fuera su última aparición pública ante sus seguidores antes de ir a la cárcel, Lula afirmó que acataría la orden de prisión para mostrar “lo que es responsabilidad” y “probar” su inocencia. “No estoy por encima de la Justicia. Si no aceptase la justicia no habría creado un partido político sino promovido una revolución”, agregó, pero apuntó: “Creo en la Justicia, pero en una Justicia justa, con un proceso basado en pruebas concretas”.

Candidatos al PT Con el encarcelamiento de Lula, el Partido de los Trabajadores (PT) quedará huérfano de su principal referencia, tan solo dos años después de que la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fuera destituida por el Congreso por unas irregularidades en las cuentas públicas. Ahora, dos nuevos candidatos de izquierda a la Presidencia brasileña, la ecologista Marina Silva y el exjuez Joaquim Barbosa, surgen en el panorama político el mismo día en que Lula, líder en todos los sondeos, anunciara su acatamiento a la orden de prisión en su contra. Silva, exministra de Medio Ambiente de Lula y tercera candidata más votada en las elecciones presidenciales de 2010 y de 2014, fue anunciada ayer por el partido Rede Sustentabilidade como su precandidata para los comicios de octubre próximo. El Partido Socialista Brasileño confirmó ayer que evalúa la candidatura de Barbosa -que se afilió el viernes a esta formacioón-, el primer negro en llegar a la Corte Suprema de Brasil y responsable por mandar a la cárcel a 24 colaboradores y aliados de Lula en un juicio por corrupción.

Luiz Inácio Lula da Silva, conocido entre sus simpatizantes como el “hijo de Brasil” y el político más popular del país, se convertía ayer en el primer expresidente brasileño en ingresar en prisión.

En 1975 se convierte en presidente del poderoso Sindicato Metalúrgico. Durante cinco años, lidera las grandes huelgas en los suburbios industriales de Sao Paulo, en plena dictadura militar (1964-1985).

El 10 de febrero de 1980 Lula cofunda el Partido de los Trabajadores (PT), de orientación socialista, y se convierte en su primer presidente. El 19 abril de ese año, es encarcelado durante un mes por sus actividades sindicales.

El 27 de octubre de 2002, tras sendas derrotas en 1994 y 1998, Lula da Silva gana las elecciones presidenciales de Brasil, y el 1 de enero de 2003 asume la presidencia del país.

Renueva la dirección del PT después de los escándalos de corrupción del ‘Mensalao’, el pago de sobornos a diputados para apoyar proyectos del Gobierno. El 1 de enero de 2007 estrena su segundo mandato.

El 1 de enero de 2011 concluye su segundo mandato y entrega la banda presidencial a Dilma Rousseff, su ahijada política. El 29 de octubre de ese mismo año se le diagnostica un cáncer de laringe que supera con éxito.

El 17 marzo de 2014 estalla la operación ‘Lava Jato’, la investigación de los desvíos de Petrobras, el mayor escándalo de corrupción de Brasil. Al año siguiente, en febrero de 2015, detienen a Joao Vaccari Neto, tesorero del Partido de los Trabajadores (PT). Un mes después cae José Dirceu, hombre fuerte del Gobierno de Lula.

La Policía obliga a Lula a declarar por sospechas de ocultación de patrimonio y lavado de dinero. Dilma Rousseff le nombra ministro, lo que le libra del alcance del juez Sergio Moro. El 20 de septiembre de ese año, el mismo juez acepta la denuncia de la Fiscalía contra Lula por corrupción pasiva y lavado de dinero, cargos que ahora le llevan a 12 años a prisión.