Davos (Suiza) - El Foro Económico Mundial concluyó ayer en Davos tras una intensa semana de ponencias, debates y discursos, que no han aclarado si Estados Unidos ha regresado al proteccionismo de los años 30 del siglo pasado o, como aseguran sus dirigentes, está abierto al libre comercio. Desde el primer día, prácticamente todos los paneles y discusiones que se han celebrado esta semana se han centrado en torno al giro que el presidente estadounidense, Donald Trump, quiere dar a la política comercial del país. Excepto plagas bíblicas, los asistentes al Foro de Davos han empleado todos los argumentos posibles para ilustrar las consecuencias del proteccionismo de Trump: guerras comerciales que pueden desembocar en conflictos armados, aislacionismo, alzas incontroladas de precios, inflación disparada, deflación, recesión y hasta terrorismo.

Y aunque el lema de esta edición del Foro de Davos era Un futuro compartido en un mundo fracturado, de lo que más se ha hablado es de aranceles, trabas a la importación y barreras comerciales.

Entre los más fervorosos defensores del libre comercio ha figurado el todopoderoso Liu He, principal asesor del presidente chino, Xi Jinping, que aseguró que para hacer de China una sociedad más próspera y con menos desigualdades, la política económica del país “huye del proteccionismo” y se ha entregado al libre comercio.

La canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se pronunciaron también contra el proteccionismo y el aislacionismo, y en sus discursos no faltaron alusiones a las pretensiones del presidente Trump.

Proteccionismo, como terrorismo En la misma línea, el primer ministro indio, Narendra Modi, el primer mandatario de su país en dirigirse a la elite de Davos desde 1997, afirmó que el proteccionismo “no es menos peligroso que el cambio climático o el terrorismo”. También se mostró preocupado Jack Ma, presidente y fundador del gigante de ventas por internet Alibaba, que instó a “no utilizar el comercio como un arma”, porque cuando el comercio se detiene “empieza el conflicto”. Y el director de la Organización Mundial del Comercio, Roberto Azevedo, hizo una defensa apasionada del libre comercio y urgió a “no trabajar con parámetros de hace cien años”.

La delegación estadounidense, la mayor que ha enviado nunca al Foro de Davos, compuesta por diez miembros del gabinete de Trump, recogió el guante y desde varios días antes de que llegara el mandatario se afanó en convencer al auditorio de que Estados Unidos está abierto al mundo. Hasta el punto de que los secretarios del Tesoro, Steven Mnuchin, y de Comercio, Wilbur Ross, ofrecieron de forma conjunta dos ruedas de prensa en las que defendieron los dos días exactamente los mismos argumentos.

Estados Unidos es el país “menos proteccionista del mundo”, reiteraron ambos en días distintos, y la agenda de Trump, con su lema America First (América primero) no implica que el país se vaya a cerrar al mundo sino todo lo contrario.

Ya en Davos, Trump aclaró que “América primero no significa América sola”, pero dejando bien claro que su colaboración se hará “bajo sus propias reglas”. De momento, los hechos desmienten sus palabras, y pocos días antes de aterrizar en Suiza aprobó imponer aranceles sobre las importaciones de placas y celdas solares, así como a las lavadoras, en gran parte procedentes de Asia, y descartó que vaya a haber “una guerra comercial” en represalia.