Kabul - Un ataque suicida con una ambulancia llena de explosivos volvió a convertir ayer a Kabul en un cementerio en un nuevo golpe talibán contra la frágil seguridad de una ciudad que está acostumbrándose a ser objetivo prioritario de los insurgentes. El Ministerio de Salud afgano elevó a 95 el número de muertos y a 158 el de heridos en el atentado perpetrado ayer por los talibanes frente a la antigua sede del Ministerio del Interior, en el centro de Kabul.
El portavoz del Ministerio de Salud, Wahidullah Majroh, confirmó que hay “95 muertos y 158 heridos en el ataque perpetrado en Kabul” de acuerdo con los datos recabados en los hospitales.
El atentado tenía como objetivo al antiguo Ministerio del Interior afgano, donde aún operan algunas dependencias oficiales. El jefe del Centro de Información y Medios del Gobierno, Barilai Helali, confirmó en rueda de prensa las cifras facilitadas por el Ministerio de Salud afgano, no sin dejar de reconocer que el número final de muertos puede ser aún más alto.
Según indicó en la misma rueda de prensa el viceportavoz del Ministerio del Interior Nasrat Rahimi, el suicida se subió a la ambulancia en el aparcamiento del hospital Jamhuriat, situado en la zona, y desde allí se dirigió hacia las instalaciones de Interior, hacia la Plaza Sadarat, donde fue detenido. El vehículo explotó alrededor de las 12.50, hora local (8.20 GMT) causando una carnicería en una zona con comercios y mercados y con un gran trajín de gente los sábados, un día laborable en Afganistán. Rahimi indicó que cuatro personas habían sido detenidas ya en conexión con el atentado, por su presunta “colaboración” para que el terrorista llegara al lugar del ataque.
Los talibanes reivindicaron el atentado en la red social Telegram asegurando que su “mártir” alcanzó el punto de control frente al antiguo Ministerio del Interior en un momento en el que el área estaba llena de policías. No obstante, las imágenes de la matanza solo muestran cadáveres descuartizados de hombres y mujeres civiles con sus ropas de diario.
“Es demencial, inhumano, cruel y un crimen de guerra”, indicó en Twitter el jefe del Ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, al condenar el ataque a civiles.
Abdulá prometió llevar a los responsables ante la justicia y tomar “todas las medidas necesarias” para evitar acciones similares en el futuro, un juramento que los kabulíes se están habituando a escuchar tras cada ataque.
“respaldado por el estado” Además, el responsable gubernamental volvió a llamar a la comunidad internacional para tomar acciones contra el “terrorismo respaldado por el Estado”, en alusión a Pakistán, al que el Gobierno afgano acusa de amparar a grupos talibanes en su territorio, otra reclamación habitual en este tipo de situaciones.
El ataque ha vuelto a dejar conmocionado Kabul, una ciudad que hace apenas ocho meses veía como un camión lleno de explosivos mataba a 150 civiles en una acción que ningún grupo insurgente se atrevió a reivindicar pero que el Gobierno atribuyó a los talibanes.
Entonces, el Gobierno afgano aseguró que tomaría medidas para hacer más seguro Kabul; limitó el tráfico en algunas zonas y colocó más barreras, pero eso no ha detenido los ataques. Al contrario, los civiles se han ido volviendo objetivo habitual.
El pasado fin de semana más de una veintena de personas murieron en el Hotel Intercontinental de la capital durante un asalto perpetrado por seis talibanes que mantuvieron un enfrentamiento con las tropas de seguridad durante doce horas hasta que fueron abatidos.
También el Estado Islámico (EI) ha colocado desde hace tiempo a los civiles afganos en su punto de mira. El miércoles un ataque de este grupo contra la sede de Save the Children en Jalalabad (este) acabó con la muerte de cuatro empleados de la organización no gubernamental, un transeúnte y un miembro de las fuerzas de seguridad, así como de los cinco terroristas. La misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) tiene previsto difundir en las próximas semanas el informe anual de víctimas civiles del conflicto afgano correspondiente a 2017.
En 2016 la UNAMA contabilizó 3.498 civiles muertos y 7.920 heridos. En octubre pasado, indicó que durante los nueve primeros meses de 2017 se había registrado una reducción del 6% con relación al mismo periodo del año anterior con 2.640 muertos y 5.379 heridos, pero también que cada vez mueren más civiles en enfrentamientos de los actores armados sobre el terreno.
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó ayer el “mortífero” ataque terrorista que causó casi un centenar de muertos en Kabul, cuya autoría se atribuyeron los talibanes. “Los ataques indiscriminados contra los civiles son una grave violación de los Derechos Humanos y las leyes humanitarias internacionales y nunca pueden tener justificación”, afirmó Guterres en un comunicado difundido a través de su portavoz. Guterres expresó la necesidad de que los responsables sean llevados a la justicia y extendió su pésame a las familias de las víctimas.
En el mismo sentido, Estados Unidos, que tiene desplegadas tropas en el país, condenó ayer el “cobarde” atentado de ayer en Kabul, en el que fallecieron decenas de personas. “Condenamos el cobarde ataque bomba de Kabul y a quienes lo perpetraron. Nuestros pensamientos están con las víctimas y con sus familias, y nos posicionamos del lado del valiente pueblo de Afganistán”, señaló la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Heather Nauert.