Tres días después, la asamblea general de la ONU aprobaba una resolución que condenaba el atrevimiento americano. “Israel rechaza completamente esta ridícula resolución”, lamentaba Netanyahu. En su país obtenía el respaldo de Avi Gabay, jefe de la oposición: “Jerusalén es nuestra capital, antes de la resolución y después. Aconsejo a la ONU que se ocupe de asuntos donde pueda ayudar a mejorar la situación”.
La salida de tono de Donald Trump ha sacudido la convivencia en Jerusalén y en la comunidad internacional. Miguel Ángel Moratinos, exministro de Exteriores con José Luis Rodríguez Zapatero y exrepresentante de la Unión Europea (UE) en Oriente Medio, está convencido de que el presidente estadounidense ha sacado el pie del tiesto por razones de política interior: “Los evangelistas y los republicanos cristianos tienen una visión de Jerusalén como una ciudad en la que hay que combatir y frenar la presencia musulmana. Por tanto, se adhieren, paradójicamente, a favor de la tesis israelí de que Jerusalén es la capital eterna de Israel y del pueblo judío”. Moratinos recuerda que el asunto de Jerusalén siempre se ha dejado para el final en toda negociación entre israelíes y palestinos.
Por su parte, Marwan Burini, consejero de la embajada palestina en Madrid, añade que Donald Trump “se está portando de una manera peligrosa para el mundo y está cumpliendo su promesa electoral hacia un electorado judío que le apoyó en su candidatura”. Burini confiesa que, como todos los palestinos, encajó mal la noticia de que Estados Unidos reconocía Jerusalén como la capital de Israel: “Supone una violación a nuestros derechos y nuestra identidad. La verdad es que fue un golpe muy duro, porque es una actitud ilegal, ilegítima e inmoral por parte del presidente norteamericano”.
El paso dado por la Casa Blanca es tildado de decisión “errónea, ilegal y peligrosa” por parte de Moratinos. “Es errónea porque no ayuda a crear las condiciones para retomar las negociaciones y encontrar una reconciliación final entre palestinos e israelíes”, explica, “es ilegal porque rompe con los acuerdos internacionales, y es muy peligrosa porque ya ha producido movilizaciones, rechazo, violencia y frustraciones en todo el mundo islámico y musulmán”. “Por tanto, todo esto alimenta a todos los radicales que siguen considerando que Occidente y Estados Unidos son quienes lideran el apoyo unilateral a Israel”, argumenta.
Lejos de acelerar una solución, Moratinos cree que este paso “añade una carga más de dificultad y de incomprensión entre las dos partes, que van a tener que sortear y concentrarse en cómo evitar que Jerusalén sea más un factor de división que un factor de unión. Hay que pensar que Jerusalén es el símbolo de las tres religiones, de la alianza de civilizaciones y no del choque de civilizaciones”.
Desde el punto de vista de los palestinos, Burini cree que es “difícil” que las aguas vuelvan a su cauce: “Estados Unidos, con su veto, se plantó ante los otros catorce miembros del Consejo de Seguridad. Eso demuestra la catadura moral de Estados Unidos hoy en día, que es de un apoyo incondicional al estado ocupante de Israel. Es una injusticia en un conflicto que quiero dejar claro que no es religioso. Es un conflicto colonial, político y requiere una solución política”.
Mucha historia en poco espacio La postura estadounidense ha puesto a Jerusalén en el ojo del huracán. ¿Por qué Jerusalén es tan importante para las dos partes del conflicto? Miguel Ángel Moratinos, tras años trabajando en las negociaciones de paz, conoce la respuesta a la pregunta. “Jerusalén es importante porque hay una memoria colectiva encerrada. Desgraciadamente, esas memorias que han hecho tanto daño a la convivencia actual y futura de palestinos e israelíes, están amuralladas y se las echan los unos a los otros como elemento exclusivo, cuando tendrían que buscar puentes y pasarelas para encontrar un modus vivendi en el que los creyentes de las tres grandes religiones monoteístas puedan adorar a sus dioses, cumplir con sus compromisos religiosos y respetarse mutuamente. Hay demasiada historia y poca geografía. El espacio es pequeño, los lugares sagrados son pequeños, y se disputa cada centímetro como parte de la historia religiosa de cada una de las principales creencias”.
Moratinos confía en que algún día la solución de Jerusalén como capital de dos estados sea una realidad. Por su parte, Marwan Burini también se declara “totalmente optimista”. “Creo que ninguna injusticia dura para toda la vida”, relata, “hemos visto cómo Francia ocupó Argelia durante 132 años u otros casos de colonizaciones que han durado incluso siglos, pero al final el derecho vuelve a sus dueños. Los palestinos somos parte de esta tierra. Somos hijos de Jerusalén, de Belén y de todas estas ciudades y quedaremos ahí. Algún día habrá un Estado palestino. Esperemos que sea pronto”.
Burini lleva 36 años viviendo entre Palestina y Madrid. Toda una vida se ha sentido miembro de una nación sin Estado: “Yo lo llevo con mucho orgullo y con mucha dignidad. Estamos reclamando lo que es nuestro. Nuestra tierra. Yo nací en Palestina, en la ciudad de Nablus, y no puedo ir a visitar a mi familia. Los palestinos somos once millones de personas. Más de la mitad, seis millones, son refugiados. Son gente que vive fuera de Palestina y no puede pisar ni tocar la tierra de Palestina. Vivimos una colonización férrea, inhumana, con más de cien mil muertes en cincuenta años de ocupación, que se dice pronto. Pero lo llevamos con mucho orgullo y seguiremos. Donde haya un palestino siempre va a haber una voz reclamando al mundo el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación”.
Hechos como los vividos en el último mes evidencian, según Burini, que en la solución de este conflicto tendrá peso la comunidad internacional. El consejero de la embajada palestina en Madrid reclama que los grandes agentes muevan ficha de una vez por todas. “Esperamos que haya una reacción en la comunidad internacional”, apunta, “los palestinos vamos a seguir resistiendo y reclamando nuestros derechos. Esperamos que haya una reacción fuerte de Naciones Unidas y de la Unión Europea. Que no se quede solo en comunicados y en palabras. Esperamos hechos ante esta injusticia”.
Moratinos también secunda esa opinión de que las grandes potencias internacionales no deben ser impasibles a lo que pasa entre israelíes y palestinos. “Creo que la comunidad internacional tendría que ser más activa, porque deberíamos exigir que Jerusalén nos pertenezca a todos. Y, desde luego, no podemos permitir que, ni unos ni otros, se apropien de la capitalidad y la propiedad de la ciudad de Jerusalén”.
Siendo interlocutor de la UE en la zona durante siete años, el exministro español se ha concienciado de que Bruselas debe tomar cartas en el asunto de una manera mucho más convincente: “La UE tiene que actuar con mucha más fuerza. He encontrado en la reacción europea una enorme tibieza, falta de liderazgo y, sobre todo, falta de visión. Hubiese esperado una respuesta mucho más fuerte”.
La gran mayoría de los países de la UE se plantaron ante Estados Unidos en la asamblea general de la ONU, pero otros como Hungría o Chequia decidieron abstenerse para no hacerle un feo a la Casa Blanca. “Es algo que no es comprensible”, se lamenta Moratinos, “la UE debe presentarse como un bloque unido, decidido a favorecer la paz en esa región y, sobre todo, sin ningún tipo de complejo”. “He tenido la suerte y el privilegio de representar a la UE durante siete años y he constatado el potencial enorme que tiene la UE. No lo utilizamos. Parece que estamos sometidos al dictado de Estados Unidos con miedos y con recelos. Podemos no ir en contra de nadie y buscar, precisamente a través de instrumentos diplomáticos, la manera de que israelíes y palestinos puedan entenderse y cerrar una paz definitiva. Se puede hacer. No es imposible, pero hace falta mucho más liderazgo europeo y mucha más decisión y voluntad de intervenir en un momento crítico para el futuro de la región. Luego los europeos nos quejaremos de que tenemos atentados terroristas, nos quejaremos de que tenemos refugiados de esa zona? Todo esto parece que no nos afecta, cuando evidentemente somos los primeros que reciben las consecuencias negativas de una desestabilización de esa zona. Por lo tanto, deberíamos actuar con mucho más empeño, mucha más determinación que lo que estamos haciendo en estos momentos”, sostiene.
Mientras el mundo sigue jugando al póquer con Jerusalén como tapete, la capital sagrada para tres religiones sigue desangrándose y enconándose. Cada centímetro cuadrado de su suelo parece merecer una guerra. Así hasta que todos acuerden compartirla.