Dublín - Los líderes norirlandeses reiteraron la gran importancia de las elecciones norirlandesas anticipadas que se celebraron ayer en Irlanda del Norte tras el colapso a principios de año del Gobierno de poder compartido entre protestantes y católicos. Para algunos dirigentes son, de hecho, las más decisivas desde la firma del acuerdo del Viernes Santo (1998), texto que puso fin a casi cuatro décadas de conflicto armado en la región y lanzó su exitoso proceso de paz, ahora amenazado, sostienen, por el impacto que tendrá la salida de Reino Unido de la Unión Europea. “Estas son unas elecciones importantes”, aseguró ayer la líder del mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP), Arlene Foster, después de votar en su centro de la circunscripción de Fermanagh y Tyrone Sur, en la que defiende su escaño en la Asamblea autonómica, donde el DUP tuvo 38 parlamentarios tras los comicios de mayo de 2016.
Los sondeos prevén que mantendrá sus asientos, pero su imagen se ha deteriorado por un caso de corrupción en la política de energías renovables del Ejecutivo que encabezó hasta que su adjunto, el nacionalista Martin McGuinness, dimitió de su cargo el pasado enero en protesta por su gestión de este escándalo financiero, que podría costar a las arcas públicas más de medio millón de euros. “Es bueno ver a tanta gente que viene a votar”, declaró, por su parte, la nueva líder del Sinn Féin en el norte de Irlanda, Michelle O’Neill, cuya formación aspira a destronar al DUP en las primeras elecciones que disputa sin McGuinness al mando. Tras su marcha, el histórico dirigente también anunció que abandonaba la política por una grave enfermedad y daba paso así a una nueva generación de republicanos, como O’Neill, de 40 años y sin conexiones con el ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), brazo armado de Sinn Féin.
La política nacionalista trata de elevar el techo del 24% de votos de primera preferencia obtenidos en 2016, frente al 29% del DUP que, no obstante, ganó diez escaños más que el Sinn Féin gracias a la transferencia de sufragios que permite el complejo sistema electoral norirlandés.
Sea cual sea el ganador, las encuestas señalan que ambos partidos volverán a ser los más votados, lo que obligará a sus dirigentes a negociar la formación en unas tres semanas de un nuevo Ejecutivo en Belfast, a pesar de que mantienen profundas divisiones.
En este sentido, los Gobiernos británico e irlandés han advertido de que, si no llegan a un acuerdo en ese plazo, la autonomía norirlandesa podría ser suspendida y controlada directamente desde Londres.
El DUP y el Sinn Féin podrían tener menos parlamentarios en la próxima Asamblea, pues se ha reducido de 108 a 90 el número de asientos en liza en las 18 circunscripciones electorales, en las que poco más de 1,2 millones de personas estaban convocadas ayer a las urnas.
Les seguirán a cierta distancia, de acuerdo con los sondeos, el Partido Unionista del Ulster (UUP), el Partido Socialdemócrata Laborista (SDLP, nacionalista) y el multiconfesional Partido Alianza, formaciones que decidieron abandonar el Ejecutivo de poder compartido tras las elecciones de 2016.
Si, como todo indica, estos partidos deciden quedarse en la oposición en la próxima legislatura, el DUP y el Sinn Féin estarían, de nuevo, condenados a entenderse.