Washington - El secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kelly, reconoció ayer que debería haber “retrasado” la aplicación del veto a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana -Siria, Yemen, Somalia, Irak, Irán, Libia y Sudán- y haber consultado antes con los miembros del Congreso para evitar la “confusión”. Durante una comparecencia ante una comisión de la Cámara de Representantes, Kelly admitió que, “en retrospectiva”, habría actuado de otra manera en relación al decreto promulgado el 27 de enero por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
“Debería haberlo retrasado solo un poco para poder hablar con los miembros del Congreso y prepararles para lo que iba a ocurrir”, argumentó Kelly, quien justificó la premura en la necesidad de evitar la entrada de personas potencialmente peligrosas. La idea, añadió, “era ir rápido para que las personas que pudiesen hacer daño no tuviesen tiempo para subirse a un avión” y llegar a Estados Unidos, según declaraciones recogidas por medios estadounidenses. La orden de Trump impide la entrada a territorio estadounidense de personas de esos siete países de mayoría musulmana y paraliza el programa de acogida de refugiados. Kelly descartó que el Gobierno tenga pensado añadir a más países a la lista negra, después de que se publicara el número podría subir a doce.
El secretario de Seguridad Nacional también se refirió en su comparecencia al muro que prevé construir Trump en la frontera con México y que, en palabras de Kelly, ya estará “bien avanzado” dentro de los próximos dos años. La separación consistirá en algún tipo de “barrera física” para separar a los dos países vecinos, incluyendo una valla en algunos lugares.
Sesión de infarto Mientras, en el Senado tuvo lugar una sesión tensa e histórica. La Cámara Alta confirmó in extremis a la multimillonaria Betsy DeVos como futura secretaria de Educación del Gobierno de Trump, aunque para ello necesitó el apoyo del vicepresidente del país, Mike Pence, para deshacer el empate a cincuenta votos que cosechó entre los senadores. Se trata de la primera vez en la historia que un vicepresidente de Estados Unidos, que es presidente del Senado por mandato constitucional, tiene que emitir el voto de desempate para un puesto del Gabinete presidencial en la Cámara Alta.
Dos senadoras republicanas votaron en contra de DeVos, además de los 48 senadores demócratas, quienes se turnaron durante las 24 horas previas a la votación para dar un maratón de discursos contra el nombramiento de DeVos desde el pleno del Senado, en un último intento por evitar que la multimillonaria alcanzara el cargo. Así, pese a los esfuerzos demócratas, la votación se resolvió por 51 votos a favor, contando con el de Pence, y cincuenta en contra.
La multimillonaria, quien ha sido donante republicana durante años, enfrentó duras audiencias ante los demócratas del Senado, quienes cuestionaron su compromiso con la educación pública y denunciaron sus conflictos de interés. La mayoría del Partido Republicano defendió a DeVos como una reformadora audaz dispuesta a reducir la influencia del Gobierno federal en la educación y a elevar la calidad educativa en el interés de ampliar las oportunidades para los niños desfavorecidos. Pero los demócratas se opusieron frontalmente a ella, argumentando que no tiene experiencia ni está cualificada para el trabajo.
Asimismo, a los demócratas les preocupa sus posturas para socavar la educación pública, de la que forman parte la mayoría de los niños del país, y su falta de solidez al responder a las preguntas que le hicieron sobre los posibles conflictos de interés relacionados con sus inversiones. Tanto demócratas como republicanos recibieron miles de llamadas de sus votantes pidiendo que se opusieran a la nominación de DeVos, aunque fue infructuoso.
Otra confirmación agitada Pero las polémicas por la conformación del gabinete de Trump no terminan ahí. Su nominado como secretario de Trabajo, Andrew Puzder, reconoció ayer que tuvo contratada una limpiadora indocumentada en su casa de California, algo que puede añadir munición a las críticas en su proceso de confirmación en el Senado. “Mi mujer y yo empleamos a una limpiadora por unos años, durante los cuales no sabía que ella no tenía permiso legal para trabajar en Estados Unidos”, señaló Puzder en un comunicado recogido por los medios de comunicación estadounidenses. Puzder recalcó que, cuando “conoció su estatus, inmediatamente pusimos fin a su contrato y le ofrecimos asistencia en formalizar su situación legal”. Asimismo, explicó, su esposa y él “reintegraron íntegramente” los impuestos adeudados al IRS y California.
El nominado para dirigir el Departamento de Trabajo recibió numerosas críticas de grupos sindicales por su gestión y prácticas laborales como presidente de la empresa de restaurantes de comida rápida RKE, que incluye las cadenas Carl’s Jr. y Hardee’s, y que dirige desde 2000. El proceso de confirmación en el Senado de Puzder se retrasó, mientras formaliza el traspaso de sus funciones al frente de RKE para evitar potenciales conflictos de interés. Los demócratas, que mostraron una oposición férrea a gran parte de los nominados por el presidente Trump para su gabinete ministerial, adelantaron que serán igualmente rigurosos con Puzder.
Patty Murray, la senadora demócrata de más rango en el Comité de Salud, Educación y Trabajo del Senado, subrayó ayer que “si el señor Puzder comparece finalmente ante nuestro panel, va a tener dar un montón de explicaciones”. Por ahora, Trump ha logrado la ratificación del Senado de seis nominados: el secretario de Estado, Rex Tillerson; el de Seguridad Nacional, John Kelly; el de Defensa, James Mattis; la de Transporte, Elaine Chao; la embajadora ante la ONU, Nikki Haley; el director de la CIA, Mike Pompeo, y la de Educación, Betsy DeVos. - Efe