washington - Mientras Reino Unido dormía, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, decidió entrar en acción y publicó un mensaje en su cuenta en la red social Twitter en el que le marcaba la agenda a la primera ministra británica, Theresa May: “A muchas personas les gustaría que Nigel Farage representara el Reino Unido en EEUU en calidad de embajador. Él haría un buen trabajo”.
Un mensaje breve pero directo y lejano a la diplomacia que se espera en estos casos, en el que Trump pide que Farage esté liderando la misión de Reino Unido en Washington. No en vano ambos mantienen una estrecha relación, que quedó al descubierto cuando se convirtió en el primer político británico que se reunió con el republicano tras su victoria.
Desde Downing Street se apresuraron a responderle a Trump que “no hay vacantes” para el trabajo de embajador británico en Washington. Un claro corte al republicano y que complicará aún más las cosas en la relación entre Estados Unidos y Reino Unido, cuando ambos líderes ni siquiera se conocen.
“Ya tenemos un excelente embajador en Estados Unidos”, dijo la portavoz de la primera ministra conservadora, en referencia al embajador Kim Darroch. Además, la portavoz añadió que el responsable de la diplomacia británica en Washington era “un excelente embajador que sólo comenzó su trabajo en enero y tradicionalmente se sirven cuatro años en ese puesto o incluso más”. Así, le recordó a Trump que “como principio básico nombramos a nuestros embajadores” y puso sobre la mesa como ambos países tienen desde el pasado “una relación increíblemente fuerte y duradera”.
‘Furia’ en londres De puertas a dentro, la prensa británica especulan que en los pasillos de Whitehall están furiosos, dejando claro que no habrá absolutamente ningún papel para el líder interino de UKIP. Además, esperan que una vez que Trump llegue a la Casa Blanca, éste utilice los “canales normales” de comunicación entre los diplomáticos.
Farage, “el mundo ha cambiado” “Ya he dicho, desde que me reuní con el presidente electo, que haría cualquier cosa para actuar de manera positiva y ayudar a las relaciones entre nuestros dos países”, respondía Farage a la invitación de su amigo en una entrevista en la BBC, diciendo sentirse “halagado” por tal reclamo. Además, tiró de su vena más populista para criticar a Downing Street y reprocharle que se necesita aceptar que “el mundo ha cambiado”, agregando que estaba “en buena posición, con el apoyo del presidente electo para ayudar”.
Esta no es la primera vez que los puentes que Farage quiere tender entre Washington y Londres caen como un jarro de agua fría en Downing Street. May ya descartó a principios de este mes la idea de utilizar al líder del euroescéptico UKIP como “intermediario” y que algunos diputados conservadores no ven con malos ojos.
Farage hizo campaña a favor de Trump para que ganase las elecciones presidenciales y viajó a solo tres días de la victoria del republicano a la torre que éste tiene en Nueva York. Lo hizo en compañía de uno de los mayores donantes de UKIP, Arron Banks, y del jefe de comunicaciones de Leave, Andy Wigmore, publicando una de las fotos más comentadas del año.
debate en el parlamento El ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, reiteró la misma idea de la portavoz de May de que no había vacantes para el puesto de embajador en Washington, y hablando en la Cámara de los Comunes londinense ensalzo el trabajo del embajador actual, quien hace “un muy buen trabajo”.
En esa línea, sir Christopher Meyer, antiguo embajador británico en Estados Unidos, señaló en una comparecencia televisiva como Reino Unido debe tener “el derecho soberano de decidir quién quiere como embajador en Washington”. Así, cree que las declaraciones hechas por Trump no tienen precedentes. “Creo que podemos escuchar su sugerencia y luego la rechazamos de forma cortés pero firme”, puntualizó.
Más crítico con sus palabras fue el líder de los liberaldemócratas británicos, Tim Farron, para quien la sugerencia de Farage para el puesto fue “una idea francamente estúpida” y también dejó sobre la mesa su preocupación por el anuncio de Trump de que abandonará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en su primer día de gobierno.