Berlín - La canciller de Alemania, Angela Merkel, luchará por un cuarto mandato como candidata de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en las elecciones previstas para otoño de 2017, convencida de que debe servir al país en momentos “inciertos”.
Como se esperaba, Merkel anunció ayer a la dirección de la CDU, reunida en Berlín, que se presentará de nuevo para liderar el partido en el congreso que se celebrará en dos semanas, convencida, dijo, de que tiene fuerzas para volver a ser su candidata en las generales.
Según explicó en una rueda de prensa, tomó la decisión tras reflexionar “infinitamente” y consciente de que será la campaña más difícil desde la reunificación de Alemania, ante la “polarización” de la sociedad, el auge del populismo de derechas y los desafíos a los que se enfrentan los valores compartidos, en Europa y en la esfera internacional.
Merkel, que recordó que su partido tendrá también el reto de impedir una victoria de un bloque de socialdemócratas, Izquierda y Verdes, se mostró dispuesta a aportar su “experiencia” y también “nuevas ideas” para una nueva legislatura.
Tras dieciséis años al frente de las filas conservadoras, Merkel no contaba con competidores dentro de su partido y, después de once años como canciller, su formación se mantiene entre nueve y doce puntos por delante del Partido Socialdemócrata (SPD), socio en la gran coalición y aún sin candidato. Según las últimas encuestas, si se celebraran ahora las elecciones la CDU ganaría con entre el 33 y el 34% de los votos.
Merkel asumió las riendas de la Cancillería en 2005, al vencer en las urnas al socialdemócrata Gerhard Schröder, y volvió a ganar en 2009 y en 2013. “La decisión de optar a una cuarta candidatura es, tras once años en el cargo, de todo menos trivial”, añadió. En 2013, al presentarse a la que fue su tercera legislatura, se adivinaba la crisis financiera internacional, pero no el drama de los refugiados que golpearía a Europa en 2015. Si su defensa de la receta de austeridad en la Unión Europea le valió el aplauso de sus compatriotas, su generosa política de acogida se ha convertido en la principal arma de sus detractores en Alemania.
Auge de la ultraderecha La llegada de más de 1,1 millones de refugiados desde 2015 ha dado alas a los populistas de Alternativa por Alemania (AfD), que aspira a entrar en el Parlamento el próximo año con alrededor del 12% de los votos. Y ha abierto una brecha entre la CDU y su ala bávara, la CSU, que no obstante respaldó ayer la candidatura de Merkel a la espera de consensuar un programa.
El desgaste sufrido y la erosión de sus altas cotas de popularidad no impidió que todos las miradas se dirigieran a ella tras el triunfo del Brexit en el referéndum británico y la victoria electoral de Donald Trump en EEUU. La mujer con más experiencia de gobierno en la UE y la más poderosa del mundo desde hace seis años, según la revista Forbes, fue señalada por The New York Times como posiblemente la última defensora del mundo libre occidental.
“Si yo fuera de aquí, si fuera alemán, sería su seguidor, le daría mi voto”, aseguró esta semana en Berlín el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para elogiar a Merkel. La confianza depositada en ella, aseguró la canciller, la honra, pero la considera “grotesca” y “absurda” cuando su misión es lograr la cohesión del país. Según un sondeo publicado por el diario Bild, el 55 % de los alemanes apoya que lidere el país una cuarta legislatura, trece puntos más que el pasado agosto.